DECÁLOGO PARA
INDECISOS
Tal vez,
quizás si, quizás no,
lo más seguro es…
que quien sabe.
Júdah el Herrero
1
La
pre-modernidad marcó su signo en la fe, el destino estuvo en manos de Dios,
pero la divinidad representada terrenalmente por el ser humano fue hoguera de
arbitrariedades.
2
La
modernidad levantó sus mitos en los terrenos de la racionalidad. Nada ni nadie
escapa al encandilamiento y a las pretensiones de la razón, surge un orden que
marca al ser humano, si la época anterior buscó luz en el cielo, está
encegueció a fuerza de descarnar la sensibilidad en beneficio de la supuesta
verdad.
3
La
postmodernidad, ante la eclosión de los fundamentos del proyecto moderno, es un
juego de incertidumbre, no hay que buscar la flamma en presupuestos teocéntricos
o antropocéntricos. “lo sólido se desvanece en el aire”.
4
Para
decidir hay entonces que asirse de otra estructura, distinta, cambiante,
dinámica. Al discurso de la negación que señala la ruta modernista, sigue el
discurso posmodernista de la incertidumbre. El primero marca la senda de
destrucción de la tradición, el segundo implosiona segundo a segundo.
5
A
una episteme de un mundo plano y geocéntrico, prosigue una concepción
copernicana de un mundo redondo y heliocéntrico. Ahora, con el desvanecimiento
del tiempo y la virtualidad del espacio, el universo entero entrega su cuota y
se rinde ante los artificios tecnológicos, que lejos de crear solidez, siembran
la duda a cada instante.
6
La
metáfora de Jorge Valdano sobre la toma de decisiones es propicia. Valdano
sostiene que pensar es difícil, en el fútbol hay que hacerlo corriendo. Tomar
decisiones con todo el tiempo por delante es fuerte, ahora hay que hacerlo
contra-reloj. Se vive un mundo apresurado, donde la bitácora de viaje se rehace
y deshace a cada instante. Donde la brújula perdió su norte, porque los signos
cardinales, que lo diga el Chino Valera Mora, son más de cien millones.
7
En
este holocausto de certezas, cuando se decide no se opta por lo mejor, sino por
lo más adecuado y rápido, si coexisten las tres opciones en una decisión,
entonces se está frente a un hombre postmoderno.
8
Y
la decisión tomada como adecuada hoy, tal vez no lo es mañana, en una hora o en
un segundo. Lo decidido no es estable, la decisión aporta en tanto te sirve para
transitar, luego es desechable.
9
En
la premodernidad la decisión salva o condena; en la modernidad la decisión
establece paradigmas. En la postmodernidad decidir es secundariamente
existencial en la medida que toma partido el ser humano del vértigo que da la
vida acelerada. Se monta al transbordador o se queda al margen.
10
Decidir
personal, institucional o colectivamente no es asunto de vida o muerte; de
verdad o falsedad sino de vivir y participar en el festín global de un mundo en
constante cambio y transformación.
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