domingo, 11 de noviembre de 2012

COMARCAS DE LA DISIDENCIA

APUNTES DEL ENTORNO
El mundo.
          La cosmovisión del hombre del siglo XX tuvo dos momentos: antes y después de 1945. El mundo se fracciona en antes y después de Hiroshima.
          La ciencia estuvo, en ese momento de oscuridad, al servicio de la maldad. Nunca antes el hombre estuvo tan desnudo, tan desamparado ante la tecnología como en ese momento.
          La agresión entre las partes cesó de modo abrupto y radical, pero dejó sus secuelas: un mundo dividido entre dos poderes: Occidente para el Capitalismo estadounidense y europeo; Oriente para la hoy extinta Unión Soviética,  o lo que es lo mismo, a los pies del comunismo.
 
Venezuela
En esa encrucijada, en Venezuela, también se quiebra un proceso: la transición paulatina y pacifica del país[1]. Representada por una junta cívico-militar conformada por políticos de la generación del 28 y por jóvenes oficiales descontentos, ambos  ambiciosos y ávidos de poder, deseosos de mando y confort que depusieron al General Isaías Medina Angarita.[2]
          Esa ruptura institucional no valoró enteramente los beneficios otorgados en escasos tres años por la controversial figura de Medina Angarita[3], entre otras cosas, cabe mencionar: promulga la Ley de Hidrocarburos, el anteproyecto de la Ley de Reforma Agraria, la libertad de prensa, la legalización de los partidos políticos y los sindicatos, entre otros,  fueron algunos de los beneficios obtenidos.
          Dos personas destacarán sobre el grupo, una civil: la de Rómulo Betancourt y la otra militar: la de Marcos Pérez Jiménez. Ambos serán protagonistas y aliados momentáneamente. La  falta de proyecto, de plan de acción y de brújula  política de Betancourt y su partido (representada por Gallegos) pondrá a Pérez Jiménez, por extremo requerimiento de  las circunstancias y de intereses foráneos, en el poder durante diez años. (De 1948[4] hasta 1958) A Betancourt[5] lo impulsarán luego estos mismos intereses transnacionales inmediatamente después de deponer a Pérez Jiménez. Ambos son los padres de la corrupción y la arbitrariedad, el primero además de desmanes dio a los venezolanos inmensas obras materiales; el segundo, dio al país un hilo constitucional y democrático que no se ha roto desde entonces y una “libertad” sospechosa, para hacer y decidir. Pérez Jiménez desayunó, Betancourt almorzó y el pueblo venezolano  pagó  los gastos.
          Enfrentamientos que han provocado negaciones, un suceso niega y culpa al anterior, ese ha sido el vaivén del ámbito político venezolano del siglo veinte. Gómez niega a Castro; López Contreras abjura del gomecismo; Medina se distancia de López Contreras; Pérez Jiménez anula a Medina; Betancourt a Pérez Jiménez y así sucesivamente. El pasado, para los venezolanos, es un lugar para encontrar las causas de las deficiencias del presente, no es humus fértil, ni suelo estable, sino oscuridad permanente. Al pasado hay que negarlo y ocultarlo, pareciera decir el dictamen del gobierno de turno.
          De igual modo ha ocurrido entre los grupos opuestos: el de la izquierda y el de la derecha;  el del gobierno y el de la oposición; el del comunismo y el capitalismo.
          Particularmente hay que destacar dos de estos enfrentamientos: el del comunismo Vs. capitalismo y el de gobierno Vs. oposición.
          Un momento de poder tuvo la izquierda comunista venezolana[6]: el gobierno de Isaías Medina Angarita. Desde entonces su participación ha sido, disminuida, relegada, destruida y disfrazada.
          La “otra izquierda” la socialista, ha mantenido el poder desde 1958 y apenas en parpadeos lo ha perdido ante los derechistas demócratas cristianos. Actualmente los muñones del comunismo conservan mínimas cuotas de poder al lado de una alianza amorfa, vacilante y acomodaticia conformada por una tizana ideológica y blandengue llamada convergencia.
          El poder (adeco) tuvo en su momento, una oposición (comunista) durante la década de los sesenta. Confrontaciones verbales y físicas alteraron profundamente el clima político del país durante más de diez años, radicalizados unos y otros, consiguieron en la guerrilla urbana y en los trabajos de inteligencia policial, un punto de choque hecho de atentados y torturas.
 
Movimientos.
          El mundo se transformó radicalmente, desde una perspectiva estética, durante los años sesenta. Fueron años convulsionados y de gran destape. Movimientos juveniles proponían ideas y acciones diversas y nada tradicionales. Musicalmente emergen los Beatles, socialmente Martin Luther King aboga por los derechos de los negros en USA, el movimiento Hippie y de liberación femenina promueven el amor libre y la igualdad.
          Latinoamérica no escapará de esos movimientos de cambios, en Centro América Cuba alza la bandera de la revolución, en Venezuela la ola se alza y quiere ahogar a las clases dominantes, la presión ejercida sobre la oposición minoritaria comunista gana adeptos entre los artistas. Escritores, pintores y escultores se suman a una lucha de guerrillas, el lema: flor y fusil, los núcleos generadores: las FALN, el PCV, el MIR representantes de la lucha política y armada; el Techo de la Ballena y Tabla Redonda[7] como parte de la revolución estética, pero luego de treinta años sólo quedan  ex guerrilleros ministros (Pekoft) y transgresores estéticos-embajadores (Adriano González León). El poder absorbió a la oposición y/o esta se plegó al discurso oficial. De los sesenta: sesentones.[8]
          Esos tiempos turbulentos fueron el marco de las primeras publicaciones de Víctor Valera Mora (1935-1984) uno de los poetas más importantes de la poesía moderna venezolana, comunista y bohemio por convicción; amante y niño terrible por naturaleza.
          Valera Mora escribió sus primeros libros entre 1961  y 1971. El libro con el cual incursiona en el proceso literario venezolano fue Canción del soldado justo (editorial Luxor, Caracas, 1961) y quizás el libro más importante Amanecí de Bala  (Editorial Cabimas, Mérida, 1971). Aunque entre ambos haya diez años, contienen verdaderos testimonios sociales e históricos de su época.
          Entre 1951 y 1961 Valera Mora emprendió un viaje poético e ideológico que no detuvo hasta su muerte. Un intento de reconvertir el mundo que tenía ante sus ojos: escribiendo y actuando; sintiendo y luchando.[9]
 
Paralelismos.
          Si se abre un paréntesis de estudio que abarque dos décadas (1961-1981) en la historia de un hombre (Víctor Valera Mora, 1935-1984), que por extensión whitmaniana es la historia de todos los hombres, sin intención de mitificar, más bien de crear controversia, pueden destacarse superficialmente los siguientes hechos:
 
¨   En el ámbito político:
 
à     Entre 1958 y 1981 Venezuela tuvo cinco presidentes constitucionales, el bipartidismo (AD-Copey) compartió el poder ininterrumpidamente.
à     Simultáneamente fueron debilitándose de manera paulatina las organizaciones políticas  que en la primera parte del siglo tuvieron cierto protagonismo (PCV, MIR, MEP y URD).
 
à     La corrupción fue en estos veinte años algo cotidiano, el peor insulto que alguien puede proferir al término de estas dos décadas es: usted es un político.
 
à     Si bien es cierto que se nacionalizó la industria petrolera, la deuda externa aumentó a tales niveles que resulta impagable.
 
à     La guerrilla dura escasamente cinco años, (1960-1965) sin objetivos precisos y sin apoyo social los ideólogos y guerrilleros izquierdistas quedan tan aislados que pronto se vuelven anacrónicos y desubicados.
 
¨   En el ámbito cultural:
 
à     Los transgresores estéticos son, en su mayoría, militantes radicales de izquierda. Grupos artísticos como Sardio, Techo de la Ballena y Tabla Redonda[10]  representan banderas de lucha enconada en contra de la oficialidad.
 
à     Violencia verbal y violencia política van de la mano. Lo urbano,  lo político y lo social unido o superpuesto en la obra artística.
 
à     De modo sucesivo los trangresores estéticos van plegándose al discurso oficial, la violación repetida se torna en rito previsto y sin riesgo.
 
à     Los artistas de los sesenta ocupan altos cargos en oficinas gubernamentales, embajadas, editoriales e instituciones culturales.
 
¨   Socialmente:
 
à     La clase baja sigue siendo clase desguarnecida y marginal.
à     Crecen los cordones de miseria en torno a las grandes ciudades.
à     Las universidades nacionales son una alternativa para ascender socialmente: un título universitario es sinónimo de mejora económica (ilusión de clase media)
à     Después de la Nacionalización de la industria petrolera, la clase media alta y la clase dirigente  “inunda” a Miami.
 
 
 
En ese mismo lapso Víctor Valera Mora[11]:
 
¨   Políticamente:
 
à     Nunca renuncia a su ideas comunistas, aun cuando por ello pierda amistades, se vuelva anacrónico, obsesionado y problemático.
 
¨   Artísticamente:
 
à     Publica cuatro libros:
 
          Canción del soldado justo. (1961)
 
          Amanecí de Bala. (1971)
 
          Con un pie en el estribo. (1979)
 
          70 poemas Stalinistas. (1980)
 
          Este último es premiado por el CONAC, Amanecí de Bala había sido recogido y quemado por el gobierno.
 
à     Socialmente:
 
          Además de permanecer en una bohemia trashumante que se disgrega y poco a poco se hace decadente, ante la indiferencia del entorno termina autoagrediéndose.
          Buen bebedor y buen amante, mujeres y licor son compañeros inseparables de su poesía.
          Son trazos arbitrarios y superficiales de Venezuela y de Valera Mora, no pretenden ser un tratado sociológico, ni aspiran convertirse en un estudio histórico distinto, es apenas un acercamiento al entorno.
 
Disidencia histórica.
 
          En Venezuela violenta  (1968), Orlando Araujo realiza un análisis de la situación social, económica y política del país, por supuesto que el estudio aborda la situación cultural.
          Para aquellos que han fijado como fecha crucial a 1958, año de despertares  y de estallidos Araujo les responde con un profundo y reflexivo análisis del origen de la violencia y consecuentemente enmarca los acontecimientos de los años 50 y 60 como parte de todo un proceso histórico que se origina en la conquista hispana y que aun no se detiene.
          Certeramente Venezuela Violenta se revela como un libro que arroja luz sobre los procesos más recientes de colonización, indicando cómo el país se convierte en un país recipiendario para todo lo que USA y el capitalismo vierten sobre las sociedades hispanoamericanas. 
          Este estudio concluye con los contextos políticos de violencia sosteniendo que la violencia venezolana del siglo XX tiene dos vertientes de origen: una de ellas deriva de los conflictos coloniales no resueltos todavía; la otra se debe a los esquemas ideológicos insertados por los conflictos este-oeste de postguerra o lo que es lo mismo, la confrontación de frialdad entre los órdenes dominantes (Comunismo Vs. Capitalismo)
          La postura poética y política de Valera Mora se sostiene  en este contexto y sus soportes habría que buscarlos en sus lecturas predilectas[12].
          De lejos venía su revolución, sabía a Lope de Aguirre, a Bolívar y a Zamora, en sus poemas se mezclan tiempos y se conjugan voces. Valera Mora es vidente de su tiempo, tiempo desarticulado que le toca vivir, que repudia e intenta recomponer en versos de utopía. En franca discordia con su entorno Valera Mora agrede y es agredido por el poder político.[13]
          Si hay que hacer un levantamiento teórico en torno a la vanguardia venezolana y la cuota aportada por los trujillanos, es necesario sostener que todos los escritores nacidos en el Estado Trujillo provienen de la periferia de la ciudad capital, es decir, además de ser representantes de la provincia en Caracas, también vienen del margen, de la orilla del Estado andino. Francisco Pérez Perdomo y Adriano González León de Boconó; Ramón Palomares de Escuque, José Barroeta de Pampanito y Víctor Valera Mora de Valera. Quizás en esos pequeños pueblos tienen mayor libertad y menos prejuicios, menos controles para castrar e impedir desarrollos creativos inesperados. Este grupo vanguardista trujillano tiene puntos en común, en la década del sesenta eran jóvenes cuyas edades oscilaban entre los 25 y 35 años, pertenecieron a grupos políticos de izquierda  y cada uno, según su estilo, voz y expresión rescata el imaginario andino mediante la incorporación de elementos lingüísticos locales: oralidad, variaciones dialectales, toponimia; elementos de ficción (los fantasmas pueblerinos y las consideraciones en torno a rituales mortuorios). Una zaga que se inserta en el discurso vanguardista para transformar lo regional en elemento universal.
 

[1]Hay que recordar que desde 1936, venían dándose cambios sociales y políticos que prometían la transición definitiva y armónica de un gobierno totalitario y militar a una democracia civil y progresista.
 
[2]”Medina Angarita va a enfrentar sobre todo a dos vigorosas oposiciones: una abierta, civil, callijienta y bullanguera: la otra militar y como tal soterrada, pero lo que es peor ignorada; y por las tres cosas la más peligrosa de ambas.” (Caballero, 1988; 92)
 
[3]”Atípico el gobierno. Lo preside un general “gomecista” que no tiene un preso político; que permite que la prensa lo injurie, y sin embargo metería muy constitucionalmente preso a quien pregonase la lucha de clases; que mantiene en la ilegalidad a los comunistas pero los acepta como aliados; que no desdeña los “baños de multitud”, la confrontación callejera en mítines y manifestaciones, pero se niega a una elección directa mostrando mucha menos flexibilidad que el ex dictador Batista, que crea un partido para ganar en la calle pero entiende imponer al sucesor que mantiene in pectore como el más arcaico pontífice.” (Caballero, 1988)
 
[4]”La violencia en 1948, apoyada por el partido socialcristiano Copey y por URD concluye con la caída de AD y con la instalación de una dictadura  cuya represión arroja un saldo no menor de veinticinco muertos, sin incluir la masacre de Turén” (Araujo, 1968; 149)
 
[5]”Con el 23 de Enero de 1958 culmina un proceso de violencia iniciado por la izquierda diez años atrás y apoyado, en las últimas horas, por la burguesía y el ejército. Como en 1936 y 1945, la violencia pudo haber fructificado en revolución. Sin embargo, no sucedió así y el gobierno fue controlado por la alta burguesía que, habiendo lucrado en tiempos de Pérez Jiménez, se presentaba ahora como salvadora. El resultado fue Betancourt quien, para neutralizar los grupos reaccionarios de poder (curas, militares y yanquis) comenzó vociferando un anticomunismo histérico un intocable “hilo constitucional” y finalmente una pintoresca y desvergonzada condición de súbdito yanqui (...) Este personaje puede enorgullecerse de haber sido el primer Presidente de Venezuela que concluyó su período con un saldo de 300 muertos políticos (no se cuentan los saldos de acciones armadas: Barcelona, Carúpano y Puerto Cabello) por acción represiva, más de diez periódicos clausurados; dieciocho parlamentarios inconstitucionalmente detenidos y secuestrados.” (Caballero, 1988)
 
[6]Los juegos permanentes del comunismo en las Universidades venezolanas se han limitado a reparticiones de cuotas de poder y enunciaciones de discursos marxistas cuya aplicación en la realidad ha sido enteramente opuesta. En todo caso ha sido palestra de revoluciones de cartón, mantenidas por ciertos catedráticos que gozan de todos los beneficios y defendidas absurdamente por pequeños grupúsculos radicales inmersos en una gran placenta de beneficios estudiantiles y universitarios.
 
[7]”Por supuesto que Venezuela no podía dar la espalda a esa realidad: fue precisamente en la década del 60 cuando esta toma de conciencia se agita en nuestro país a todos los niveles, golpeando a su manera los valores impuestos por el capitalismo y sus respectivas ‘caricaturas’ en todo el continente. Casi toda la producción de Sardio, Techo de la Ballena, y Tabla Redonda cumplen con ese cometido en el rango estético con un fuerte ácido, que intenta desacralizar todo trance impuesto e instituido, y comienza a forjar sus propios puntos con la realidad que serán tan diversos como coherentes. (Jiménez Emán, 1987)
 
[8]”Hay un momento en que los gestos de ruptura de los artistas, que no logran convertirse en actos (intervenciones eficaces en procesos sociales), se vuelven ritos. El impulso originario de las vanguardias llevó a asociarlas con el proyecto secularizador de la modernidad: sus irrupciones buscaban desencantar el mundo y desacralizar los modos convencionales, bellos, complacientes, con que la cultura burguesa lo representaba. Pero la incorporación progresiva de las insolencias a los museos, su digestión razonada en los catálogos y en la enseñanza oficial del arte, hicieron, (dice Octavio Paz) la tradición de la ruptura (leer en tal sentido, Los hijos del limo) No es extraño entonces, que la producción artística de las vanguardias sea sometida a las formas más frívolas de la ritualidad: los vernissages, las entregas de premios y las consagraciones académicas”.  Ver: García Canclini, Néstor. (1990) Culturas híbridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad. México: Grijalbo.
 
[9]Un resumen sucinto de sus acciones durante este período  recoge los siguientes aspectos relevantes:
            En 1951 se traslada hacia San Juan de los Morros, ese mismo año intenta hacer un periódico local que fracasa al poco tiempo, ese mismo año se incorpora a la Juventud comunista. En 1956 se gradúa de bachiller, al año siguiente entra a estudiar sociología en la UCV, durante los disturbios de finales del 57 es apresado por la Seguridad Nacional. Sale en libertad a comienzos del 58. Dos años después se gradúa de Sociólogo, en 1961 publica su primer libro: Canción del soldado justo. (UCV, 1992)
 
[10]Cabe destacar que Valera Mora no perteneció a ninguno de estos grupos, aunque tuvo relaciones amistosas con muchos de sus participantes no se plegó a manifiestos o tendencias dictadas por un grupo. Su participación en La pandilla de Lautrèamont no puede verse como una postura grupal, los pandilleros se reunían para hablar y realizar con gusto y gozo algunas acciones atrevidas y bohemias, no obstante, hasta hoy no se le conocen manifiestos.
 
[11]En 1963 Valera Mora participa en innumerables recitales en la UCV; en 1970 vive en Mérida y trabaja en la Dirección de Cultura; en 1971 publica Amanecí de Bala, al año siguiente vuelve a publicar Con un pie en el estribo; entre 1972 y 1973 vive en Europa, vinculándose con los Comité de Solidaridad con América Latina y el tercer Mundo, ese mismo año regresa a Venezuela y trabaja con la Corporación Centro-Occidental; desde el 74 hasta el 81 trabaja en Caracas  en Cultura. Durante sus tres últimos años de vida coordina el Taller de Creatividad y Expresión Literaria para Niños en Gato Negro, Catia, muere en abril del 84 (30-04-1984)
[12]....los héroes literarios abarcaban un amplio espectro: desde Rimbaud, Baudelaire y Lautrèamont hasta los poetas norteamericanos de la Beat Generation: Ginsberg, Burroughs, Corso, Ferlinghetti, pasando por los surrealistas y Dadá; desde Pablo Neruda, Cesar Vallejo y Nicolás Guillén, hasta García Lorca, Alberti y Miguel Hernández. (Yague Jarque, 1994)
 
[13]....la razón de Estado decide lo que los poetas pueden o no pueden. Hay que salvaguardar el orden y las buenas costumbres. Los dioses son siempre buenos. Ninguna ofensa puede hacerse en público contra los estadistas y las personas ilustres. En cualquier circunstancia se recomienda exaltar a los héroes. Las acciones de los políticos no atañen a la poesía. Son cuestiones a debatir en comisiones a puerta cerrada. La ironía es inadmisible. Los escritores son embusteros de vocación, por tanto se adscribe en los organismos de propaganda. Hay que preservar a toda costa la armonía. En suma, lo positivo es lo que se expresa bien, lo que suena bien, lo decente, lo equilibrado. Los agitadores acaban en el exilio o son exterminados y sus obras prohibidas, censuradas, mutiladas dijo hace más de dos mil años Platón en La República. Todo lo contrario hizo Valera Mora, consciente de su oficio de vidente e incendiario, de niño terrible, sino piensen en un poema como “Nombres Propios” donde contradice todos los postulados platónicos, o en el  poema Historia donde cuestiona y autocuestiona la palabra: “Lo que dije de mí y no dije/ soy/ lo que dijeron y no dijeron/ también/ Estoy en Algo”

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