EN
TORNO A LO FANTASTICO. ANOTACIONES
PERSONALES.
Todas estas grotescas desproporciones
entre la riqueza del
mundo percibido por el olfato
y la pobreza del lenguaje hacían
que dudará del sentido de la lengua.
Patrick Süskind. (El
perfume)
Un hombre soñó que había enfermado de realidad, al abrir los ojos salieron dos mariposas de sus párpados, entonces supo que todo había sido simplemente un sueño. JLB
Pensar que en la literatura se
encuentra el único ámbito de lo fantástico es subestimar su alcance, quizás
hacerlo implica una limitación parecida a la de aquellos hombres que pretenden
ubicar como contexto de aparición de los ángeles a los terrenos religiosos o a
los libros sacros de la iglesia católica.
En cualquier manifestación humana está
escondido un halo fantástico, hasta en los libros más racionales o reflexivos
de la filosofía o la ciencia se encuentran velos alternos -diría cualquier
víctorbravosiano- que se pudiera
atisbar y develar.
Fantástico es cualquier ruptura que la
razón no puede explicar y quizás las hoy sesudas explicaciones del origen de la
vida sean, dentro de unos cuantos años, literatura de ficción, a la caída de
una espíteme suceden y renacen los velos de la fantasía.
Especula el hombre para explicar,
especula para esconder miedos, para volcar la multiplicidad del cosmos en el
lenguaje, lo fantástico es terreno baldío donde la razón ha perdido su dominio.
De lo fantástico a la realidad virtual
Son fantásticos los mundos recreados
por la virtualidad, el ciberespacio es otro mundo creado por estas máquinas
ávidas de interrumpir el paraíso del hombre con la naturaleza. Los sensores
desplazan a las palabras y desploman al mundo real. La ficción nace entonces
de los lenguajes de programación
cibernéticos y se instalan en las mentes de los ciberactantes.
Esta ruptura epistemológica ha
ocasionado francas desavenencias en relación con las propuestas verbales que la
literatura ha ejercido en los lectores. El advenimiento de una nueva era
audiovisual signada por la interacción ha propuesto discusiones interesantes en
torno a la recreación de estancia temporal y espacial bajo lenguajes de
computación.
Admito que los campos
(literario-ficcional y cibernético-virtual) no se sustituyen y no está en mi
ánimo enfrentarlos, al contrario se
complementan y enriquecen. La disgresión aparente tiene su base en los
presupuestos teóricos a propósito de la creación de mundos alternos que llevan
al hombre a ámbitos fantásticos. En ese encuentro del arte con la tecnología se
está fraguando una rebelión que pretende quebrar la espíteme dominante en el
siglo XX.
A partir de interrelaciones verbales
el hombre fue, durante mucho tiempo, un pequeño dios que creó en su pensamiento
mundos alternos rebosantes de elementos extraordinarios que rompían con la cotidianidad.
La lectura, a pesar de Mac Luhan, no
perecerá, ahora para leer al mundo se suman los otros sentidos, los sensores
nos posibilitan la entrada a otros mundos provistos de realidades recreadas.
Buena parte de las producciones
cinematográficas de nuestro tiempo recurren al artificio tecnológico para crear
ámbitos fantásticos pero ello no impide que sigamos leyendo.
En buena parte de los "nuevos" juegos de video se
intenta incorporar al jugador usando la cibernética, no obstante, los juegos de
lectura persisten y para los iniciados siguen siendo tan atractivos como estas
maravillas tecnológicas. Quizás la razón que predomina en ambos es que el
protagonista es el homo ludens. Porque jugamos creamos mundos fantásticos donde
lo imposible está de capa caída y los velos se cruzan a cada rato en la lucidez
de la razón.
Particularmente "ligar los
ámbitos de la ficcionalidad literaria
con los de la realidad virtual pueden desvirtuar, probablemente, el ejercicio
imaginativo del hombre y con esto la creación artística.
A partir de la lectura se inaugura una
multiplicidad de relaciones cognitivas conscientes e inconscientes que ponen de
manifiesto un sinnúmero de experiencias culturales y vitales del lector, en el
caso estrictamente literario la polisemia textual supone una multiplicidad de
estancias temporales y espaciales en el lector. Pensando en estas noches
renuncié a la idea de seguir pensando que debería conformarme con las
propuestas a propósito de lo fantástico, sacados de libros decimonónicos y de
manuales de psicoanálisis. Lo fantástico es todo lo que nuestra mente no se imagina
y que surge de situaciones inusuales, fantástico era para un aborigen americano
un tren como para un latinoamericano es un trasbordador espacial, fantástico es
para un francés una serpiente amaestrada con música como para un suizo
fantástica es la existencia de los sicarios colombianos. Fantástico es nuestro
dios crucificado para un siux como es para un motilón fantástica la idea o el
misterio de la trinidad.
Lo fantástico en América y sus
implicaciones
Decía en días pasados que lo
fantástico en América era todo lo que la cotidianidad rozaba para alterar a la
ficción. La impronta fantástica de lo desconocido se constituye gracias a las
posibilidades de la mente humana de imaginar pero como los americanos vivimos
imaginando más que pensando pues es natural que aneguemos la ficción con
nuestra realidad mental. Un proceso inverso conlleva a instaurar nuevos mundos,
cuando intentamos decir la verdad es cuando las versiones dicen nuestras
mentiras. Agregaba en aquel entonces que por esa razón se recurra a crear
imaginarios zoomórficos llenos de sirenas, unicornios, gárgolas y toda especie
de engendro extraordinario para proponer a los lectores las alteraciones del
"mundo real, el mundo racional y verdadero".
La sola mención de la palabra es una puerta para que se
inaugure toda clase de ficción fantástica en el referente, en la realidad
misma, lo fantástico empieza cuando los objetos ordinarios empiezan a llenarse
con una aureola de misterio que lo troca en alteridad.
Las propuestas de los escritores, de antemano,
constituyen un aporte más al mundo fantástico, pero la ruptura no está en la
referencialidad del texto sino en la disposición que de tales signos hace el lector.
Es el lector quien da paso a la ficción, la ruptura se inicia en las palabras,
a veces, pero se desarrolla en las máscaras del lector.
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