Entre lo fotográfico y lo poético
1
La
fotografía y la poesía mantienen una relación fraterna, provienen de una misma
madre aunque de padres distintos.
2
A
la fotografía se llega usualmente a través de lo óptico; a la poesía mediante
el verbo.
3
La
expresión artística de ambas, en todo caso, tiene resultados semejantes:
sugerir múltiples significados.
4
El
haikai es para la poesía lo que para
la fotografía es el close up.
6
El
cine es para la fotografía lo que la épica es para la poesía.
7
Concentrar
y expandir; rasgos inequívocos de fotografía y poesía.
8
La
fuerza expresiva de la metáfora en el caso iconográfico se potencia pues quien
observa, al ser atrapado por las imágenes
estáticas (dibujo, pintura o fotografía), o dinámicas (videos,
filmaciones, imágenes en movimiento, etc.) inicia y construye un entramado de
relaciones conscientes e inconscientes que reconstruyen significados.
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La
fotografía es, ante el observador, una lectura hecha de intuiciones, sospechas
y certezas, expresada en tonos, colores y perspectivas. Alimentada por la
subjetividad o por las convenciones.
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El
fotógrafo es un poeta gráfico cuando se dedica al arte. Lente y pluma hacen
esbozos de la realidad, bocetos de lo incierto que con tinta y colores se
trastoca en certeza inapelable. Retratos que -en buriles de pluma y plomo-
también dotan a lo real con un halo misterioso de fisuras.
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El
poeta es permanentemente un fotógrafo verbal.
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Poeta
y fotógrafo, en su oficio de capturar imágenes sueltas y, en apariencia,
intrascendentes, perennizan al verbo y al objeto.
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En
la fotografía: texturas, colores, sombras y resplandores son fijados ad aeternitatum.
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En
el poema, las palabras romas y opacas se transfiguran en lustrosas y penetrantes
piezas de ritmos y significados inesperados.
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Poeta
y fotógrafo han captado al instante y paradójicamente lo han eternizado.
16
Para
concretar su labor, el fotógrafo enfoca, busca el punto en el cual toma forma y
lugar la composición.
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La
concreción del poeta reside en su don de despistar, de evadir un enfoque, de
atacar por los flancos sin situarse en ninguna perspectiva imaginable. No
obstante, en cada intento, Guernica de oficio y parecer, el poeta tiene su
punto de fuga, su última residencia dentro de cada poema o verso.
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Verso
y flash convergen en el deslumbramiento, a ambos los invita lo inédito a posar
en ojos y oídos de lectores u observadores.
19
El
poema está hecho de imágenes revestidas de falsos ropajes que una vez leídas,
ante ojos y oídos se desnudan mostrando sus volúmenes y texturas.
20
La
fotografía se oye, en su mudez de formas crece como un río de tres orillas en
la cabeza del observador, la fotografía lleva su ritmo, se agolpa, se superpone
y extrae de lo más profundo de lo subjetivo, fragancias y sabores de tiempos
pasados. La fotografía apela al recuerdo; la poesía —permanentemente— al olvido
y a la innovación.
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