EL
ENSAYO
ALGUNAS DEFINICIONES
Definir es cenizar
LEZAMA LIMA
I
Género andrógino, nace en y por si mismo, no necesita de otros para fecundarse.
El ensayo es el género literario más libre (...) sólo un
hombre libre puede indagar e ignorar. Los regímenes de sometimiento prohíben
indagar e ignorar
(Starobinski, 1985) y apoyándonos en tal afirmación de libertad
realizaremos estas consideraciones sobre el
ensayo, más que osadía contienen cierta ingenuidad de principiante.
II
Género que necesita de otros géneros para vivir, le resulta indispensable la presencia alterna para ser fecundo.
Pareciera
contradictoria, esta ¨definición en relación con la anterior, realmente lo es,
pues no es nuestra intención ser categóricos, al contrario intentamos abrir un
alfabeto-abanico que muestre un conjunto de propuestas semejantes, coherentes o
disimiles y desarticuladas. Pensemos un momento en lo que nos apunta Víctor
Bravo (1994) cuando nos dice: El ensayo
pone en cuestión toda asunción previa de la verdad, de allí sus continuas
recurrencias a la paradoja y a la ironía.
III
Puerta expresiva del lenguaje, ningún género es dispensable para definirlo. No se reconoce como tal, se degeneró o regeneró en un mutante inclasificable
El ensayo también es hoy algo prescindible, algo de lo que
nadie se responsabiliza demasiado, algo de úsese y tírese, pero por otro lado,
algo de lo que todo el mundo echa mano casi constantemente para seguir reproduciendo y recambiando la imagen de cada cosa. (Savater, 1978) En
algunas ocasiones prescindimos, para expresar, de lo otro. No obstante, para
definir nos vemos en la necesidad de usar la máscara que reproduce o transforma
para causar la impresión de que lo expresado es algo nuevo, siendo apenas otra
puerta que hemos abierto para llegar al mismo lugar, en el intento lo creado apenas ha sido una ilusión
de novedad.
Tal
indefinición genérica lo sitúa al margen de las clasificaciones o
caracterizaciones, su amplio campo de acción le confiere un estatus de libertad
que le permite caminar con soltura por las distintas disciplinas o ciencias
humanas, así este mutante inclasificable, va de la mano con el literato y es su
carta de presentación cuando éste intenta profundizar en sus hallazgos; tiende
puentes entre el mundo logocéntrico del filosofo, de sus disertaciones y de sus
reflexiones posibilitando el acceso de los iniciados y/o de los extraños a ese
cosmos hecho de pensamiento, sentimiento y lenguaje, es puente que impide que
nos sea ajeno los atisbos del pensador; es una puerta que nos permite ver los
logros del científico, del biólogo,
médico o bioanalista, del taxonomista o del entomólogo, puerta que aun no
dejándonos entrar del todo a ese mundo, aparentemente tan técnico y exacto,
igualmente humano y cálido; es la pasarela del psicólogo, del lingüista, del
antropólogo y del sociólogo, al ensayo van todos ellos a mostrarnos sus nuevos
ropajes teóricos y sus hallazgos. El ensayo es el recipiendario del cosmos, lo
recibe y al recibirlo, lo interpreta, lo transmuta, lo vuelve lenguaje que al
ser escritura le da sentido al mundo. El cosmos, por su parte, es una suerte de
ensayo que aun no se ha escrito por completo. Terminemos esta arenga diciendo
que: Desde su praxis moderna el ensayo
exhibe sin ambages su alegalidad o carencia de norma, fórmula o receta
precisas. Agréguense a ello la brevedad, la ilimitada libertad de asunto, su
carácter no rotundo y más bien inacabado o abierto. (Loveluck, 1976)
IV
Casa de luz hecha de lenguaje, confluyen en él: la libertad y la sabiduría, vestida de pasión o de razón de pensamiento y de reflexión, de conocimiento empírico y de reflejo factual.
Apuntemos:
Creo que la condición del ensayo, y su
intención también, es la libertad del espíritu dice (Starobinski, 1985)
Se puede discernir dos vertientes del ensayo, una objetiva,
otra subjetiva. (...)El trabajo del ensayo se orienta a establecer entre estas
dos vertientes una relación indisoluble. (Starobinski,
1985)
V
Génesis de la reflexión verbal, ensayar es verter el pensamiento en grafía condensada.
En
tal sentido llamemos otras voces para que apoyen lo dicho: el ensayo (...) expresa la incursión de lo subjetivo en el ámbito de la
teoría, que es donde la subjetividad está más desvalorizada apunta Savater
(1974), la grafía es expresión de la esencia, pero no es una reflexión fría
sino que se traduce en interpretación verbal cálida del mundo. En el ensayo se funde pensamiento y
escritura, se funden filosofía y
poesía, razón e imaginación (señala
Isidoro Requena, 1996, papel de trabajo
del curso de Postgrado El ensayo
literario modernista latinoamericano, ULA-NURR; Maestría en Literatura
Latinoamericana) El ámbito poético de la subjetividad se mezcla entonces con el
objetivo de la filosofía.
VI
Ensayo: generador de ideas, recipiendario lingüístico de los hechos y del pensamiento.
Loveluck
(1984) sostiene que: discursos de asedio
y de inteligencia, dotados de una fuerte referencialidad vertida sobre los
problemas de hoy, esa generación de ideas no es espontánea, tiene su
génesis en el entorno del ensayista quien afina sus palabras y expresa, en un
lenguaje sencillo o complejo, la diversidad cósmica y la multiplicidad de voces
que llegan hasta él, llevando todo ese flujo de actos y sonidos hasta el ámbito
del ensayo que revisa los resquicios del mundo y les da luz al escribirlos.
VII
Ensayar es crear disputas, donde las bellas artes sólo veían armonía, el ensayo oyó las contradicciones.
La tarea del ensayista es eminentemente escéptica: el
dogmático no ensaya. (Savater, 1978)
VIII
El ensayista es un creador de inquietudes.
El
ensayo según Luis Muñoz (1978-1979) es un discurso
personal que expone una secuencia argumentativa incompleta (subrayado
nuestro) destinado a interpelar a un
destinatario sobre cualquier tipo de referencia. Esa interpelación es
inquietante, ocasiona fisuras en las presuposiciones del lector, quien ha
venido construyéndose un mundo de certezas, que son derrumbadas con los
planteamientos inacabados, desconcertantes o agudamente críticos del ensayista.
El ensayista disuelve dirá Savater
(1978) su tema en mil caminos, lo
desperdiga precisamente en aquello que parece aportar para sustentarlo y en
el intento pensamos que disemina dudas en el lector, que con el tiempo, lejos
de asentar dogmatismo propicia un diálogo fértil con las ideas.
IX
El ensayo es indefinible, su carácter andrógino impide conseguir sus orígenes; en el ensayo parecen no confluir las conceptualizaciones, lo que si abundan son las contradicciones.
El ensayo no niega el arte y la ciencia sostiene
Pedro Aullon de Haro (ref. extraviada) quien luego agrega, es ambas cosas a la vez, con lo cual se confirma su carácter dual -
que fue expresado en el curso de postgrado antes referido- bajo las dos
posturas suprahistóricas de Apolo y Dionisos.
Sostiene Aullon de Haro además que: su más perfecta convivencia integradora
necesariamente imperfecta. Exactamente
en esa imperfección se encuentra la posibilidad de su perfección.
REFERENCIAS
BIBLIOGRAFICAS
·
Bravo, V. (1994) “Proteo o del ensayo”. En: Ensayos desde la Pasión. Caracas:
Fundarte.
·
Loveluck, J. (1976) “Esquividad y concreción del ensayo” En:
Loveluck et al. Simposio. El ensayo
hispánico. Actas. Columbia: University of Sout Carolina.
·
Muñoz González, L. (1978-1979) “El ensayo como discurso.
Algunos rasgos formales”. En: Acta
Literaria nros. 3-4.
·
Savater, F. (1978) “El ensayista como rebelde y como
doctrinario”. En: Quimera. nro
103-104.
·
Starobinski, J. (1985) “Se puede definir el ensayo” trad. de Isidoro Requena.
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