DECÁLOGO DEL PODER INVISIBLE
DE LA NORMA A LA HORMA EN LOS
REGLAMENTOS DE LA EDUCACIÓN Y EN LAS PROPUESTAS DE MEJORAMIENTO DEL PROFESORADO
A propósito de la lectura del libro Sociología Política de las Reformas
Educativas[1] se estructura este
pequeño ensayo crítico como relación intertextual libre que establece una
lectura hermenéutica con intenciones críticas del capítulo VII titulado “La
enseñanza, la formación del profesorado y el profesionalismo. El poder invisible” en tal sentido se
enfatiza en dos sentidos macro de significado, la norma, con la cual se hace un
ejercicio lúdico-lingüístico con horma y el discurso del poder que está detrás
de los reglamentos. Estos dos aspectos tocan y entrecruzan el texto que se
presenta, a manera de decálogo, a continuación. Al final se introduce, que en
lugar de reformado, el mundo actual luce deformado por preferencia de un grupo
de cuatro roles que dominan el cuadro social actual. Se han obviado
voluntariamente algunos aspectos, es ensayo, no resumen ni comentario del
texto, es lectura libre, y no directa y referencial, el hipotexto lo configura
dicho capítulo y de allí surge la hipertextualidad que da vida a los puntos acá
reunidos.
1
El discurso normativo es proporcional a su alcance,
discurso impositivo. Al regular realidades subyuga diferencias. El poder
establece sus dominios tras la fachada que legisla y desde ahí mueve sus hilos,
escondido en normas que pretenden “ordenar” a la realidad.
2
El
trasfondo real del ámbito político es crear plataformas discursivas que
expandan su radio de acción, en contextos con predominio no-autocrático, ni
dictatorial, tales normas se revisten de una aparente democracia, pero el poder
político no cede sus espacios a la libertad educativa, la encapsula en
reglamentos y directrices que manejan al entorno educativo para establecer
prioridades en “agendas” con estructuras ocultas o no visibles a todos.
3
Las
leyes elaboradas para regular a la sociedad, para organizarla y sistematizarla,
se entrecruzan veladamente con los procedimientos que forman al ser en términos
de enseñanza y/o aprendizaje, en este sentido, los procedimientos orientados a
formar profesores constituyen alcabalas para otorgar titulaciones o
certificados donde la academia, en ocasiones, es una invitada en lugar de ser
una protagonista.
4
En
regímenes totalitarios, abunda la uniformidad pseudo-académica como aparato de
dominación ideológica al servicio del poder político, es así como el Estado
rector, construye Planes Nacionales de Formación sostenidos en sus principios
de vasallaje y de dominación oculta, se brinda educación pero una educación
comprometida con los principios que perpetúan al poder político, enmascarado en
una “intención” de formación general. La intencionalidad discursiva se reviste
de jurisprudencia y lenguaje legalista y pomposidad racionalista, pero en el
fondo, la democracia y la participación libre y sin ataduras, quedan marginadas.
5
En
contextos de marcada dependencia Estadal, el poder político rige desde los
presupuestos hasta la elaboración de los currículos, cualquier disidencia es
castigada con exclusión y con estigmatización. A mayor control del Estado,
mayor interferencia en los controles sobre emisión y titulación docente. En
este contexto, las realidades sociales, económicas, históricas, culturales, son
manejadas con soportes discursivos que revisten significados de enlace y
estructura cuyo interés es no contravenir la norma política.
5
Hay
que hacer desmontajes orientados a desenmascarar las intenciones profundas del
poder político para comprender y cuestionar al reglamento, conocer las rendijas
por donde se filtran las cadenas que atan al docente al servicio de un dogma o
una creencia que traspasa los límites del aula para anclar sus influencias en
la realidad. El lenguaje de los reglamentos controla y manipula la esencia de
libertad y universalización del hecho educativo y sus pretensiones de abundar en la investigación curiosa,
constructiva, libre, expresiva, sin ataduras, se ahoga en las normas que bajo
los dictámenes de una modernidad engañosa, difuminan cualquier utopía desde la
objetividad racionalista y agobiante de la norma.
6
El texto regulador establece normas
generales, pero al hacerlo, y tratar en el intento de abarcar realidades
cambiantes, abunda en normas que se convierten relativamente en selvas o
laberintos normativos, todos aquellos elementos de reforma que se incluyen, son
anulados por las tendencias que aspiran a generalizar y normalizar, el poder de
la norma se convierte en retórica que homogeneíza y vuelve aséptica todo cuanto
toca, la diferencia no es tratada, al contrario es excluida, la regla
aparentemente neutra, conlleva intrínsecamente valores de dominio, que
disimulan las diferencias socioeconómicas presentes y que son expresadas
“descoloridas y desinfectadas” en términos e escolarización.
7
El pensamiento crítico propuesto no
desenmascara, está al servicio de la burocracia y de los negocios. No cuestiona sistemas políticos, ni procesos históricos, está apegado a la
norma gubernamental, no se correlaciona con la comprensión de la sociedad ni de la vida cotidiana. Esta dominado por los
poderes imperantes.
8
El
conflicto social se neutraliza, se norma y al hacerlo, se pretende controlar,
se disimula la regulación a quienes están en minusvalía, con vigilancia
escolarizada. El poder da visos al
regular y censura al distinto, el poder del discurso que otorga certificados y
títulos, engendra subórdenes de clasificaciones y taxonomías absurdas que
conllevan exclusiones automáticas. Cada requisito es una alcabala donde se
queda cualquier contrabando proveniente de la realidad o de la singularidad de
individuos o comunidades minoritarias, distintas o marginales, las diferencias
culturales y económicas constituyen escollos que, tratados desde la norma, violan la singularidad y
convierten al reglamento en horma
donde la diversidad debe calzar a la fuerza.
9
Entre el poder académico y el poder
político se concreta un pacto de no agresión, autodependiente y sostenido en
una autoridad discutible, el currículo soporta a la autoridad y viceversa, la
construye, la sostiene y la expresa, las relaciones de poder entre los textos y
los sistemas políticos son interdependientes, cualquier intento de transgresión
será visto como anárquico y amenazante, pero el discurso educativo le debe
cuotas de poder al discurso político y entre ambos poderes discursivos se
entreteje una dominación sociocultural oculta y profundamente arraigada en la
autoridad que siempre se revestirá de orden y progreso como pautas generales de
una reforma de dudosa modernidad.
10
El mundo moderno se sostiene en
órdenes de poder marcadamente contradictorios, el gladiador y el orador copan
la escena. El primero se configura en armas y talentos corporales; el segundo
en discursos que prometen mejoras u ofrecen soluciones, los cuatro estamentos
llevan nombres diversos, pero los más reconocidos mundialmente son: militares y
atletas; políticos y empresarios. Estas cuatro tipologías recogen las mayores
dádivas, en todos los sentidos. Las mayores ganancias y los mayores privilegios
descansan en estos cuatro elementos, habrá que añadir un grupúsculo que
traspasa a los cuatro conformando un quinteto desolador de vacuidad y
apariencia, el de la farándula. Los mayores sueldos, los mejores niveles
adquisitivos y los más grandes titulares mediáticos reposan en estos grupos de
élite. Dónde queda la cultura, la academia, la educación, la formación, la
enseñanza, el aprendizaje, la filantropía humana, rezagada y relegada a
espacios de normas que están diseñadas por estos grupos y disfrazadas de
legalidad. Los recursos no desembocan en la educación, allí se experimenta, se
da a cuenta gotas, lo espléndido del mundo, la abundancia, se hace escurridiza.
Un mundo en guerra, con grandes gastos en armamento; un mundo fragmentado en
gustos y caprichos multimillonarios a deportistas y actores o cantantes; un
mundo de reyezuelos disfrazados en democracias y un mundo vorazmente consumidor
y “esclavo” del mercado, tiene sus hilos invisibles para el poder de
subyugación y dominación educativa. Una horma que deja mucho que decir y poco
que desear…
La
reforma anhelada en el mundo educativo dista mucho de conseguirse en la
presentación de reglamentos y en la creación de currículo que formen
profesionalmente al profesorado, de igual modo dista mucho este mundo dominado
por los cuatro elementos o roles mencionados, a un mundo siquiera cercano al
mecenazgo que mejore las condiciones de vida de los dadores y productores de
saber. La escolarización reformada es un proyecto inacabado e incompleto. Aun
faltan pautas para establecer reformulaciones que den un giro significativo a
toda la epistemología del mundo escolar y ocasione reformas reales y concretas,
efectivas que constituyan mejoras sustanciales en todos los órdenes de la
sociedad. Complementa a este ensayo una presentación de diapositivas donde se
evidencia la postura crítica de ambas y esa pugna siempre existente entre el poder y el saber como ancla de discusión permanente.
[1] Popkewitz, Th. S.
(2000) Sociología Política de las
Reformas Educativas. Madrid: Ediciones Morata, S.L.
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