PRINCIPIOS
Y APROXIMACIONES DE LA TEORÍA
Breves
Reflexiones a propósito de la interpretación y sistematización de la Teoría
La mirada,
por sí misma, no contiene una intención, lo que devela y revela es el modo, la
manera como se atisba, se recrea y se esparce desde esa mirada, todo un mundo
de significados, el teórico está fundido a una visión de mundo, pero será ese
modo especial de abordarlo, de mirarlo, lo que constituirá su aporte. Taylor y
Bogdan[1](1992)
señalan que lo que define la metodología es, simultáneamente, tanto la manera
en que enfocamos los problemas, como la forma en que les buscamos las
respuestas a los mismos. He allí el quid
de la Teoría, que se ve asistida del método, es al mismo tiempo modo e
intención en la mirada que escudriña y desenvuelve cada postulado. El principio
de la intencionalidad abre caminos a la teoría, una teoría aséptica es discurso
vano. La cualidad de la mirada es la que le concede a la teoría profundidad.
La teoría esta consustanciada con el paradigma que la
engendra y sus intérpretes de igual manera son modelados por el modo
cognoscitivo que los contiene, por la cosmovisión que los sustenta y viceversa.
El principio de la correspondencia temporo-espacial es otro aspecto, sine qua
non existe teorización alguna e interpretadores. Entre ambos se teje una red de
interdependencia mutua, el crítico de la teoría existe por la enunciación de
principios y, en contravía, la teoría existe porque hay estudiosos que la
sostienen y la alimentan.
Red
paradigmática que entrecruzará visiones, sostenidas teóricamente en el contexto
científico signado por un modo específico de dirigir a las elucubraciones que
luego se convierten en teorías, postulados de un tiempo determinado que
permitirá el establecimiento de ciertos prolegómenos a partir de los cuales se
generan las leyes generales, el principio de la aceptación paradigmática
articulará el sentido de cualquier teoría en un tiempo dado.
Los
paradigmas de investigación estriban entre lo cuantitativo y lo cualitativo,
desde allí se atisba la realidad y se le concede sentido teórico
La
alteridad, o la visión del otro, siempre calza en la elaboración e interpretación
de la teoría, si la teoría se precia de válida ha de conjugar las visiones del
otro, integrarlo aun para desintegrarlo luego, revisarlo aunque sea para
ignorarlo después es franco ejercicio de otredad o visión de acera de enfrente,
otro de los principios de la teoría, mirar con ojos ajenos como si fueran los
propios para desprenderse del ego y de la subjetividad chata que impide modelar
la multiplicidad y complejidad del ser.
En estos
tiempos de tanto discurso desapegado con la realidad, es imperativo, resolver
el caos desde la coherencia, que vendría a ser un principio fundamental de la
teoría, sólo la coherencia otorgará un poder distinto al discurso y al alcance
de la teoría, que se constituirá desde esa atalaya en centro de poder y
autoridad, dos invitados poco agraciados de la teoría pero piedras angulares
del dicho y el hecho científico. Sin poder no hay ciencia y viceversa, sin
ciencia es imposible cualquier poder en la sociedad de hoy en día.
La
contramarcha entre la razón y la pasión se establece como pares antinómicos
pero interdependientes para establecer las diatribas cualitativas-cuantitativas
que son de vieja data y que no se abordan intencionalmente en este brevísimo
ensayo. La cualidad y la cantidad hermanadas para asistir a la ciencia, pero
hermanas-enemigas: hay hermanos que nunca llegan a ser amigos pero hay amigos
que llegan a ser como hermanos, El idealismo
trascendental de Kan intentó una primera síntesis de ambos sistemas; en esa disyuntiva se
encuentran las bifurcaciones de la teoría científica, conocidos y desconocidos
se repelen y se atraen, se asisten, pero la ética queda por fuera –por lo que-
consideraciones mezquinas de contraponer como opuestos y excluyentes a
cualquiera de los dos paradigmas, resta fuerza a la ciencia, sin sentido. El
principio de la pluralidad incluyente es una marca de la ciencia postmoderna.
La
transformación, la yuxtaposición, la metamorfosis, el cambio, son signos
visibles que anclan al devenir teórico, el cual una vez aceptado se reviste de
axioma, de categoría, de principio indiscutible, de norma certera, de regla y de
tradición, es irónico pero para establecer hay que innovar, para perdurar hay
que transformar, el principio de la contradicción permanente es un lazo y una
incertidumbre en la constitución de la teoría. Pero el sujeto conocedor, ha de
ser un sujeto explorador, un ser dispuesto a alumbrar donde otros se
encandilan.
El ser,
prescinde, en ocasiones de lo ininteligible , supone y lo hace mal, calcula y
lo hace peor, que su mundo de certezas es sólo lo que existe, pero lo
desbarajusta la muerte, lo vuelve terrenal, lo hace frágil y quebradizo, ante
la muerte cede todo su terreno la ciencia, se hace pequeñita y se oscurece. El
ser se cree el centro del mundo pero es una ilusión, todo lo sólido se desvanece en el aire, hasta los postulados más
rigurosos y dogmáticos se desintegran y Berman se quedó corto en su afirmación
y aspiración de trascendencia pues lo defendido fue pasto de la desintegración
apenas una década después. El principio de la trascendencia es una quimera, una
utopía científica que no asiste a la teoría que se precie de postmoderna, solo
la religión cristaliza sus postulados hasta convertirlos en dogmas
indiscutibles y sagrados. La teoría es profana y hasta los tuétanos y ningún
afán y ninguna vanidad podrá convertirla en despojo fosilizado de lo que es
indiscutible, al contrario y he aquí otro principio el de la discusión y la
autodestrucción.
Es mejor
loco con todos que cuerdo a solas dice un aforismo de Baltasar Gracián, un
teórico siempre será cuerdo a solas, al contrario de la frase barroca; un
científico de avanzada nada a contracorriente, lleva las de perder ante los
entendidos de la época, ante las autoridades y los centros de poder, pero la
ciencia no se subyuga, ni se subordina, el principio de la libertad es uno de
los más apreciados en la teoría científica, quien usa una teoría como horma, ya
es esclavo, quien se confiesa freudiano, lacaniano, barthesiano, kristeviano, o cualquier devoción teórica, ya comprometió su
visión de mundo y se ató al cuello su horca.
Y para qué
sirve la teoría, pues para teorizar, para más nada, quien asiste al hecho
teórico con espejo de pragmatismo y utilitarismo, no es científico, más bien
debieran darle recetas e instrucciones pero no discursos de teoría científica.
El principio de la autonomía es una suerte de talismán que transgrede toda
norma y establece en el infinito, los límites de las posibilidades teóricas.
La
meticulosidad, el rigor, la disciplina, el experimentalismo inmaculado, sin
duda, que revisten a la ciencia de majestuosidad y ceremonia, pero a la vez que
la crítica funda sus comarcas, al mismo tiempo funda su propia tumba, porque en
esa jerga súper especializada que nadie entiende sino los iniciados y
escogidos, allí mismo zanja su desaparición, la muy abstracta ciencia del
lenguaje tecnológico requiere de una interfaz liviana, portable, atractiva y
amigable para subsistir, una ventana al mundo a partir de la cual existe, el
principio de lo entendible y digerible es una pauta en el camino de descanso y
reflexión, necesaria para la teoría.
Lo
comprobable y lo que puede repetirse en serie, lo estéticamente aceptable,
pareciera ser la norma, no obstante, sin caer en esoterismos, la ciencia es
inexplicable para el vulgo y como tal es asumida, a menos que pueda entrar en
la danza del mercadeo y del gusto, el discurso para asentarse debe revisarse,
desvestirse de sus galas y lujos y mostrarse llano, el principio de la
simplicidad es un llamado de atención al revisor y al creador, al crítico de la
teoría y al creador de esta, aunque no esté obligado, lo sabio, si sencillo,
excelsamente sabio.
REFERENCIAS DE CONSULTA
Para sostener o destruir algunos de estos principios se
recomienda leer a:
Adorno, T.
(1998). Educación para la Emancipación. Madrid: Editorial Morata.
Berger, P. y
Luckmann T. (1979) La construcción de la realidad. Buenos Aires:
Amorrortu Editores.
Bonilla-Castro
E. y Rodríguez Sehk P. (1997). Más allá del dilema de los métodos. La
investigación en ciencias sociales. 3ª Edición ampliada y revisada.
Colombia: Ediciones Uniandes y Grupo Editorial Norma
Bunge, M.
(1981). Epistemología. Barcelona, Caracas y México: Editorial Ariel.
Bunge,
M. (1975). La ciencia, su método y su filosofía. Buenos Aires: Eds. Siglo Veinte.
Cook, T.D. Y
Reichardt, CH.S (1986)..: Métodos cualitativos y cuantitativos de
investigación cualitativa. Madrid, Morata,
Cordova,
V. (1997). Hacia una Sociología de lo Vivido. Caracas: Fondo Editorial
Tropykos.
Chartier, R. (1998). El Mundo como Representación. Barcelona, España: Editorial.
Gedisa.
Fals Borda, O. (1987). Ciencia propia y colonialismo intelectual. Los nuevos rumbos. Colombia Carlos Valencia Editores.
Habermas, J. (1996). Teoria
Crítica de la Sociedad.
Madrid: Editorial Tecnos.
Habermas, J. (1997). Ciencia y Tecnología como Ideología. Madrid: Editorial Tecnos.
Heller, Ágnes. (2000). Historia y futuro. ¿Sobrevivirá la
modernidad? Barcelona: Ediciones Península
Morín, E. (1988). El
método. La vida de la vida.
Madrid: Cátedra.
Morin, E. (1988). El
método. El conocimiento del conocimiento. Madrid: Cátedra.
Morin, E. (1992). El
método. Las ideas.
Madrid: Cátedra.
Morin, E. (1995). Introducción
al pensamiento complejo Barcelona:
Gedisa.
Rodrigo, M.J. [et al.] (1993). Las teorías implícitas: una aproximación
al conocimiento cotidiano.
Madrid: Visor.
Rusque, A. M. (1999). De la Diversidad a la Unidad en la Investigación Cualitativa. Caracas: FACES-UCV.
NOTA
DE CONFESIÓN Todos estos libros no fueron citados abierta y textualmente, pero
están entrelíneas como cómplices en todo
el texto, como raíces profundas y venas fecundas, en franca relación
intertextual y de generosa donación postmoderna de contradicción o apoyo. Y que
constituyen muestra fehaciente de marcada tradición moderna de recurrir a la
autoridad para convalidar los decires y saberes. Y de sobrada expresión de poca
humildad y marcada vanidad al insinuar que se han comprendido y leído en su totalidad
[1] Taylor,
S. Bogdan, R. (1992) Introducción a los
métodos cualitativos de investigación. Barcelona: Paidós
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