miércoles, 20 de marzo de 2013

SOBRE TEORÍA Y OTROS ALEGATOS



PRINCIPIOS Y APROXIMACIONES DE LA TEORÍA
Breves Reflexiones a propósito de la interpretación y sistematización de la Teoría
          La mirada, por sí misma, no contiene una intención, lo que devela y revela es el modo, la manera como se atisba, se recrea y se esparce desde esa mirada, todo un mundo de significados, el teórico está fundido a una visión de mundo, pero será ese modo especial de abordarlo, de mirarlo, lo que constituirá su aporte. Taylor y Bogdan[1](1992) señalan que lo que define la metodología es, simultáneamente, tanto la manera en que enfocamos los problemas, como la forma en que les buscamos las respuestas a los mismos. He allí el quid de la Teoría, que se ve asistida del método, es al mismo tiempo modo e intención en la mirada que escudriña y desenvuelve cada postulado. El principio de la intencionalidad abre caminos a la teoría, una teoría aséptica es discurso vano. La cualidad de la mirada es la que le concede a la teoría profundidad.
            La teoría esta consustanciada con el paradigma que la engendra y sus intérpretes de igual manera son modelados por el modo cognoscitivo que los contiene, por la cosmovisión que los sustenta y viceversa. El principio de la correspondencia temporo-espacial es otro aspecto, sine qua non existe teorización alguna e interpretadores. Entre ambos se teje una red de interdependencia mutua, el crítico de la teoría existe por la enunciación de principios y, en contravía, la teoría existe porque hay estudiosos que la sostienen y la alimentan.
          Red paradigmática que entrecruzará visiones, sostenidas teóricamente en el contexto científico signado por un modo específico de dirigir a las elucubraciones que luego se convierten en teorías, postulados de un tiempo determinado que permitirá el establecimiento de ciertos prolegómenos a partir de los cuales se generan las leyes generales, el principio de la aceptación paradigmática articulará el sentido de cualquier teoría en un tiempo dado.
          Los paradigmas de investigación estriban entre lo cuantitativo y lo cualitativo, desde allí se atisba la realidad y se le concede sentido teórico
          La alteridad, o la visión del otro, siempre calza en la elaboración e interpretación de la teoría, si la teoría se precia de válida ha de conjugar las visiones del otro, integrarlo aun para desintegrarlo luego, revisarlo aunque sea para ignorarlo después es franco ejercicio de otredad o visión de acera de enfrente, otro de los principios de la teoría, mirar con ojos ajenos como si fueran los propios para desprenderse del ego y de la subjetividad chata que impide modelar la multiplicidad y complejidad del ser.
          En estos tiempos de tanto discurso desapegado con la realidad, es imperativo, resolver el caos desde la coherencia, que vendría a ser un principio fundamental de la teoría, sólo la coherencia otorgará un poder distinto al discurso y al alcance de la teoría, que se constituirá desde esa atalaya en centro de poder y autoridad, dos invitados poco agraciados de la teoría pero piedras angulares del dicho y el hecho científico. Sin poder no hay ciencia y viceversa, sin ciencia es imposible cualquier poder en la sociedad de hoy en día.
          La contramarcha entre la razón y la pasión se establece como pares antinómicos pero interdependientes para establecer las diatribas cualitativas-cuantitativas que son de vieja data y que no se abordan intencionalmente en este brevísimo ensayo. La cualidad y la cantidad hermanadas para asistir a la ciencia, pero hermanas-enemigas: hay hermanos que nunca llegan a ser amigos pero hay amigos que llegan a ser como hermanos, El idealismo trascendental de Kan intentó una primera síntesis de ambos sistemas; en esa disyuntiva se encuentran las bifurcaciones de la teoría científica, conocidos y desconocidos se repelen y se atraen, se asisten, pero la ética queda por fuera –por lo que- consideraciones mezquinas de contraponer como opuestos y excluyentes a cualquiera de los dos paradigmas, resta fuerza a la ciencia, sin sentido. El principio de la pluralidad incluyente es una marca de la ciencia postmoderna.
          La transformación, la yuxtaposición, la metamorfosis, el cambio, son signos visibles que anclan al devenir teórico, el cual una vez aceptado se reviste de axioma, de categoría, de principio indiscutible, de norma certera, de regla y de tradición, es irónico pero para establecer hay que innovar, para perdurar hay que transformar, el principio de la contradicción permanente es un lazo y una incertidumbre en la constitución de la teoría. Pero el sujeto conocedor, ha de ser un sujeto explorador, un ser dispuesto a alumbrar donde otros se encandilan.
          El ser, prescinde, en ocasiones de lo ininteligible , supone y lo hace mal, calcula y lo hace peor, que su mundo de certezas es sólo lo que existe, pero lo desbarajusta la muerte, lo vuelve terrenal, lo hace frágil y quebradizo, ante la muerte cede todo su terreno la ciencia, se hace pequeñita y se oscurece. El ser se cree el centro del mundo pero es una ilusión, todo lo sólido se desvanece en el aire, hasta los postulados más rigurosos y dogmáticos se desintegran y Berman se quedó corto en su afirmación y aspiración de trascendencia pues lo defendido fue pasto de la desintegración apenas una década después. El principio de la trascendencia es una quimera, una utopía científica que no asiste a la teoría que se precie de postmoderna, solo la religión cristaliza sus postulados hasta convertirlos en dogmas indiscutibles y sagrados. La teoría es profana y hasta los tuétanos y ningún afán y ninguna vanidad podrá convertirla en despojo fosilizado de lo que es indiscutible, al contrario y he aquí otro principio el de la discusión y la autodestrucción.
          Es mejor loco con todos que cuerdo a solas dice un aforismo de Baltasar Gracián, un teórico siempre será cuerdo a solas, al contrario de la frase barroca; un científico de avanzada nada a contracorriente, lleva las de perder ante los entendidos de la época, ante las autoridades y los centros de poder, pero la ciencia no se subyuga, ni se subordina, el principio de la libertad es uno de los más apreciados en la teoría científica, quien usa una teoría como horma, ya es esclavo, quien se confiesa freudiano, lacaniano, barthesiano, kristeviano,  o cualquier devoción teórica, ya comprometió su visión de mundo y se ató al cuello su horca.
          Y para qué sirve la teoría, pues para teorizar, para más nada, quien asiste al hecho teórico con espejo de pragmatismo y utilitarismo, no es científico, más bien debieran darle recetas e instrucciones pero no discursos de teoría científica. El principio de la autonomía es una suerte de talismán que transgrede toda norma y establece en el infinito, los límites de las posibilidades teóricas.
          La meticulosidad, el rigor, la disciplina, el experimentalismo inmaculado, sin duda, que revisten a la ciencia de majestuosidad y ceremonia, pero a la vez que la crítica funda sus comarcas, al mismo tiempo funda su propia tumba, porque en esa jerga súper especializada que nadie entiende sino los iniciados y escogidos, allí mismo zanja su desaparición, la muy abstracta ciencia del lenguaje tecnológico requiere de una interfaz liviana, portable, atractiva y amigable para subsistir, una ventana al mundo a partir de la cual existe, el principio de lo entendible y digerible es una pauta en el camino de descanso y reflexión, necesaria para la teoría.
          Lo comprobable y lo que puede repetirse en serie, lo estéticamente aceptable, pareciera ser la norma, no obstante, sin caer en esoterismos, la ciencia es inexplicable para el vulgo y como tal es asumida, a menos que pueda entrar en la danza del mercadeo y del gusto, el discurso para asentarse debe revisarse, desvestirse de sus galas y lujos y mostrarse llano, el principio de la simplicidad es un llamado de atención al revisor y al creador, al crítico de la teoría y al creador de esta, aunque no esté obligado, lo sabio, si sencillo, excelsamente sabio.

REFERENCIAS DE CONSULTA
Para sostener o destruir algunos de estos principios se recomienda leer a:

Adorno, T. (1998). Educación para la Emancipación. Madrid: Editorial Morata.

Berger, P. y Luckmann T. (1979) La construcción de la realidad. Buenos Aires: Amorrortu Editores.

Bonilla-Castro E. y Rodríguez Sehk P. (1997). Más allá del dilema de los métodos. La investigación en ciencias sociales. 3ª Edición ampliada y revisada. Colombia: Ediciones Uniandes y Grupo Editorial Norma

Bunge, M. (1981). Epistemología. Barcelona, Caracas y México: Editorial Ariel.

Bunge, M. (1975). La ciencia, su método y su filosofía. Buenos  Aires: Eds. Siglo Veinte.

Cook, T.D. Y Reichardt, CH.S (1986)..: Métodos cualitativos y cuantitativos de investigación cualitativa. Madrid, Morata,

Cordova, V. (1997). Hacia una Sociología de lo Vivido. Caracas: Fondo Editorial Tropykos.

Chartier, R. (1998). El Mundo como Representación. Barcelona, España: Editorial. Gedisa.

Fals Borda, O. (1987). Ciencia propia y colonialismo intelectual. Los nuevos rumbos. Colombia Carlos Valencia Editores.

Habermas, J. (1996). Teoria Crítica de la Sociedad. Madrid: Editorial Tecnos.

Habermas, J. (1997). Ciencia y Tecnología como Ideología. Madrid: Editorial Tecnos.

Heller, Ágnes. (2000). Historia y futuro. ¿Sobrevivirá la modernidad?  Barcelona: Ediciones Península

Morín, E. (1988). El método. La vida de la vida. Madrid: Cátedra.

Morin, E. (1988). El método. El conocimiento del conocimiento. Madrid: Cátedra.

Morin, E. (1992). El método. Las ideas. Madrid: Cátedra.

Morin, E. (1995). Introducción al pensamiento complejo Barcelona: Gedisa.

Rodrigo, M.J. [et al.] (1993). Las teorías implícitas: una aproximación al conocimiento cotidiano. Madrid: Visor.

Rusque, A. M. (1999). De la Diversidad a la Unidad en la Investigación Cualitativa. Caracas: FACES-UCV.





NOTA DE CONFESIÓN Todos estos libros no fueron citados abierta y textualmente, pero están entrelíneas como cómplices  en todo el texto, como raíces profundas y venas fecundas, en franca relación intertextual y de generosa donación postmoderna de contradicción o apoyo. Y que constituyen muestra fehaciente de marcada tradición moderna de recurrir a la autoridad para convalidar los decires y saberes. Y de sobrada expresión de poca humildad y marcada vanidad al insinuar que se han comprendido y leído en su totalidad












[1] Taylor, S. Bogdan, R. (1992) Introducción a los métodos cualitativos de investigación. Barcelona: Paidós

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