martes, 13 de noviembre de 2012

EL OSARIO DE DIOS, EL GLOSARIO DE DIOS


SEGUNDA REBELION

B. EL GLOSARIO DE DIOS

LA COMARCA DEL FORASTERO 

1. APROXIMACION A LA OBRA DE ALFREDO ARMAS ALFONZO. (DE LAS PERIPECIAS PARA HABLAR EN TORNO A LOS CUENTOS DE AAA CITANDO UNOS CUENTOS SUYOS  Y OTROS RAZONAMIENTOS AJENOS AQUI REUNIDOS)

 La mentira no siempre es lo que se recrea,
así como la verdad no es siempre la imagen
 de lo visto y lo comprobado.
ALFREDO ARMAS ALFONZO

Mirar es -que lo diga Rilke- recordar.
                        El mirar de Alfredo Armas Alfonzo un mirar
escrito, convertido en sentimiento verbal
(...)regresa intacto al testimonio real e imaginario
                        de la crónica y la anécdota confundidas en un
lenguaje donde verdad y ficción son inmensidad
                                   continua.
                   LUIS ALBERTO CRESPO
            Inmodestamente he elegido el título de Glosario de dios pensando en el merecido sitial que tiene Alfredo Armas Alfonzo (AAA) en la literatura Hispanoamericana. La inmodestia no es por él, sino por el esfuerzo que supone glosar a uno de los escritores más prolíficos de la literatura venezolana. Armas Alfonzo escribió su obra entre 1949 y 1989, cuarenta años de producción literaria e igual número de años dedicado al trabajo cultural. Aunque obtuvo repetidamente segundos lugares en uno de los más prestigiosos concursos de cuentos del país (El concurso de El Nacional) su obra no obtuvo, en su tiempo, resonancia y reconocimiento, no por ello deja de ser una referencia en los cambios introducidos en la narrativa venezolana.[i]
            El reconocimiento se lo ha dado la posteridad, ahora es cuando su obra  empezará a ser estudiada a fondo. Ya el Concurso con su nombre y la Fundación  existen y es mucho el trecho que queda por andar.
            He elegido para comentar en este apartado quizás la obra menos ventilada,  Los Desiertos del Angel.  (1990) por considerar que la misma cierra  su obra  (la cual he dividido en cuatro etapas)[ii]  y  a excepción de El Osario de Dios. (1969)  -libro ampliamente estudiado-  es necesario  estudiar, este y otras publicaciones con menos renombre e igual calidad.  Además  Los desiertos del ángel. constituye  junto a El Osario...  los dos libros de Armas Alfonzo donde expone su dominio sobre el cuento breve con mayor maestría. Hago esta elección porque este último libro contiene elementos que sería bueno destacar y que lo relacionan con toda su obra.
            Seguidamente intentaré dar cuenta de tales circunstancias, dedicando  apartados interdependientes a los puntos que quiero destacar de Los desiertos del ángel. 

LA COMARCA DEL ANGEL MENSAJERO
2. ANGELES, ANGELACIONES Y OTRAS ESPECIES (QUE CUENTA DEL HABLA REITERADA QUE SOBRE LOS ANGELES HACE AAA      Y DEL USO DE LOS NUMEROS COMO TITULOS)

Ahora los ángeles van a decir amén.
Ya tú los vas a oír decir amén, Sixtico.
AAA (El osario... ; 158)

Ser ángel no
es tan fácil como se imagina la gente
AAA (Los desiertos...;1 X 7) 

            Decir que la figura del ángel juega en la narrativa de Armas Alfonzo un  papel relevante no es una revelación. Es una afirmación, pues la figura y la esencia misma del ángel es una constante en sus cuentos.  En el universo creado por AAA, lleno de santos de palo y dioses de yeso  la figura angelical se muestra como una presencia ultraterrenal que se opone a la constante desmitificación de los ritos católicos que suponen algunos  de sus relatos. La desmitificación produce transgresiones en el mundo de los creyentes. Transgresión encarnada algunas veces, en un cura que es expulsado del pueblo por haber sido descubierto saciando su sed de carne, sus pasiones condenatorias (112) y que luego hace una misa negra para maldecir a los descubridores de sus debilidades; San Antonio flagelado,  Santa Clara olvidada por sus fieles,  los campanarios de la Iglesia de Clarines convertidos en atalayas de guerra, Guzmánpisapapeles (136)  suplantando en el altar a San Pedro en la ingenuidad campesina son algunas muestras de las transgresiones religiosas propuestas en los cuentos breves de Armas Alfonzo.
            Confluye en ese imaginario popular el ángel bajado a tierra bajo sus dos caras, la que muestra su carácter divino y aquella otra que lo ridiculiza. Cementerios e  Iglesias serán dos lugares que no desaparecerán nunca de las propuestas de AAA.  La puerta al cielo que es el templo y la del infierno que es el osario serán dos espacios predilectos en su obra cuentística. Desde “Los cielos de la muerte” (1949) hasta su último libro tal dicotomía espacial persiste y constituye un nexo inocultable que lo liga involuntariamente a los inframundos rulfianos. Aquí el escenario de la muerte será Uchire, Unare, Clarines en vez de Comala. Y aunque los cementerios no conforman un punto tan reiteradamente visitado por las palabras de rulfo, las iglesias (sobre todo la de Clarines con la de Luvina) serán lugares donde la muerte ha implantado su reino. En Rulfo un reino metafórico, en Armas Alfonzo un reino directo expresado en los sacrilegios que las muertes de la guerra federal venezolana imprimían a dichos recintos, un reino de sangre y huesos.
            Los ángeles algunas veces encarnan en esos esqueleticos que deja la sequía y el hambre, entonces tienen alas de cartón y vestidos blancos como los de la niña Debora (tal es el caso del cuento “Santos de Cabecera que forma parte del libro Tramojo, o el  113 del osario)  Yuquita, (45)
            En otras ocasiones el ángel toma cuerpo en los recuerdos rescatados de entre las casas que ya no existen, entonces se llaman Mamachía, Caota(132)[iii], Tura, Miguelina(55), María Amaricua (97) o Natalia (124, 126)y toman forma humana y esencia de molienda .En otras ocasiones son ángeles caídos  que llevan, en sus desgracias, la luz del mal  como La Yilé o la Topotopo (64) que desvía los ojos de los cristianos por tener tanta carga donde nosotros solo tenemos costillas.
            Termina El Osario de Dios con la frase que encabeza este apartado,  “Ahora los ángeles van a decir amén. Ya tu los vas a oír decir amén, Sixtico.” Quizás dándole a Mamachía la voz que contó todos los relatos del libro, y así produce el distanciamiento, pero invirtiendo a la vez el orden tradicional implantado por Cervantes en  El Quijote de la Mancha  y usado en estas tierras por Julio Garmendia (en “La tienda de Muñecos”) y Teresa de la Parra (En Memorias de Mamá Blanca) cuando dicen  que crean sus manuscritos sobre la base de otros anteriores al texto referido de donde han tomado su historia. Pero los relatos de Armas Alfonzo provienen de la oralidad[iv]  que instaura  mundos llenos de ángeles de carne y hueso,  alados de nostalgia y llenos de odio o amor según sea el caso.
            En Los desiertos del Angel se hace patente la figura del ángel en ese mundo de pregoneros, enanos, prostitutas, ancianas, difuntos que habitan los cuentos que conforman el libro y dan paso a la confluencia del sueño y de la cotidianidad indistintamente.
            Dedicado a los muertos[v] desde un principio anega la imaginación del lector de tales personajes mencionados arriba, encumbrándolos en la luz del mediodía oriental venezolano o confinándolos a la oscuridad más cerrada. Y si en un libro-testimonio como lo es La parada de Maimós (1968) condena con una antidedicatoria a los que asesinaron al Che, aquí rescata la memoria de éste dedicándole el libro entero y confiriéndole un aura protectora.
            El tono casi poético  presente en  Angelaciones (1979)  instaurado a partir del recuerdo de los tiempos de la infancia, de esos dioses de la niñez que llenan a los tiempos remotos del nacimiento es trastocado en Los desiertos del Angel  y la palabra renace limpia de cadencias, casi primitiva, para designar en los 135 cuentos cortos que conforman el libro, los personajes que se le habían escapado del osario. Los desiertos de Angel  prevén la proximidad del viaje, el escritor deja entrever -entre el oficio de tallador de palabras-  que ésta sería su última entrega.
            Es inevitable relacionarlo con El Osario de Dios pues recurre nuevamente a la numeración, pero esta vez bajo el formato de la “Tabla de multiplicar” que así se llama también uno de sus cuentos (publicado en  el libro PTC Pto. Sucre Vía Cristóbal (19679)) y el relato 114 del Osario. Además la huella formal causada por el impacto de uno de sus mejores libros[vi] y que no había sido evocada, es usada de nuevo y bajo el mismo formato de relatos cortos, como relámpagos de agosto, dando paso a la  forma que tanto había temido imitar, abandonada desde los días del Osario.[vii]


[i]           Armando José Sequera y Domingo Miliani lo consideran el iniciador del cuento breve venezolano. Sus influencias inmediatas no fueron recogidas -así lo afirma Violeta Rojo (1994; 574) por los escritores que le sucedieron de inmediato (Luis Britto García, Ednodio Quintero y Gabriel Jiménez Emán) no obstante inaugura todo un estilo en torno al modo de concebir, recrear o estructurar un cuento breve. Para una información más completa es recomendable revisar el trabajo de Miliani publicado como antesala a la recopilación de su obra publicada por la Biblioteca Ayacucho, versión corregida y aumentada de otros trabajo suyo aparecido en el libro titulado Una valoración de Alfredo Armas Alfonzo (1987) coeditado el Centro de Actividades literarias “José Antonio Ramos Sucre”  y el CONAC.
[ii]           Las etapas que distingo tienen -en un principio- una base temporal, forman parte de otro estudio que aun no comienza. A continuación muestro solamente las etapas sin ahondar en otros criterios que fueron tomados en cuenta durante la división, a saber:
                    Primera etapa.           
Incluye los siguientes libros:
a)Los cielos de la muerte. (1949)
b)La cuesta del cangrejo. (1951)
c)Tramojo. (1956)
d)Los lamederos del diablo. (1956)
                    Segunda Etapa:
Comprende los siguientes libros:
a)Como el polvo. (1967)
b)P.T.C. Pto. Sucre Vía Cristóbal. (1967)
c)La parada de Maimós (1968)
d)El Osario de Dios. (1969)
e)La anunciación. (1971)
f)Agosto y otros difuntos. (1972)
                    Tercera Etapa:
Incluye:
a)Siete güiripas para Don Hilario (1973)
b)Cien máuseres, ninguna muerte y una sola amapola. (1975)
c)Angelaciones (1979)
d)El bazar de la madama (1980)                                                          
                    Cuarta etapa:
Contiene:
a)Con el corazón en la boca. (1981)
b)Este resto de llanto que me queda (1981)
c)Cada espina. Tres historias de amor. (1987)
d)Los desiertos del ángel. (1991)
Humberto Mata (1991; 13) supone que la obra de Alfredo Armas Alfonzo se divide en antes y después de la publicación de El osario de Dios.
 
[iii]          He colocado en este apartado los números que corresponden al libro El osario de Dios los cuales apoyan, en cada caso el tema planteado.
[iv]          Cito a continuación a Domingo Miliani (1993), quien a su vez citó lo que dijo Armas Alfonzo, refiero a continuacion algunos fragmentos:
            Fue Mamachía, mi  dulce abuela muerte frente al patio de azahar y de reseda quien me contara los mejores cuentos que yo he oído. (...) Ella está en el cielo ahora, pero yo la sigo oyendo de los labios de mi madre. Esa fue otra de las buenas  herencias que nos dejo Mamaría. Que sea ésta la única identificación que la gente halle en mis cuentos.
Salvador Tenreiro (1991; 11) sostiene que: “Las historias de Armas Alfonzo tienen dos rostros. El primero reservado tan sólo  para quienes tuvimos el privilegio de escucharlo. El segundo es el de los libros. La prodigiosa riqueza de su oralidad alcanzó en su escritura un esplendor inigualable”. Esta reflexión dispone de lo expresado por AAA en torno a su obra y le concede su fuente oral como materia prima para los cuentos.
[v]El libro está dedicado a:
 A Luisa Larrazábal/ en el cielo, junto a Marx /A Rita Saldivia/ En la quebrada de Oruro, donde  arde la vela de su alma./ A Ernesto Che Guevara, El espíritu que las protege del viento frío de la muerte.
[vi]          Temiendo quizás volcar su escritura hacia una repetición vacía que nada aportaría a sus impulsos creadores Alfredo Armas Alfonzo no usará después de la consagración de 1969 la forma de El Osario de Dios por eso creo en la posibilidad de haber pensado en la visita inminente de la muerte antes de entregar este libro bajo ese formato.
Arnaldo Acosta Bello (1991;8) dice, refiriéndose no a la forma, sino al contenido que: Alfredo Armas Alfonzo ...Prefirió  fortalecer sus líneas expresivas a riesgo de volverse reiterativo, obsesivo, de parecer que estaba contando siempre la misma historia. En realidad estaba inventando su voz y aunque partía del mismo punto, cada vez llegaba más lejos.
[vii]         Armas Alfonzo dice a propósito de Los desiertos del Angel que: “Los desiertos del Angel no es sino la manera de ubicar territorialmente , humanamente si tú quieres, a un montón de despojos  como esos que yacen en el amor” Tomado de una conversación suya con Gabriel Jiménez Emán, ver en ese sentido, Jiménez Emán (1991;17)

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