viernes, 23 de noviembre de 2012

TEORÍA SOBRE LA LECTURA LITERARIA


APUNTES SOBRE LECTURA.

Dios los crea
Y el texto los junta.

I. Logros en el lector.

       Recurriré a una comparación  inusual para expresar, en un principio, como el cuento breve podría incidir en un lector.
       Digamos que un buen logro en relación con el contenido se parece a un cheque en blanco, endosado y conseguido al azar. El futuro cobrador podrá poner en él la cantidad deseada, siempre y cuando esta no supere el monto disponible (el cual desconoce). Asimismo el lector podrá colocar multiplicidad de significados siempre y cuando estos no superen el fondo significativo[1],  a pesar de que este puede ser inagotable (cosa que no ocurre con una cuenta bancaria). El lector desconoce al principio - algunas veces al final también - las posibilidades significativas del texto, su encuentro azaroso[2]  le niega de antemano el agotamiento significativo.

II. Cualidades.


El escritor propone,  el lector dispone.

       Los aspirantes a lectores de cuentos breves modernos deberían contar con un reducido - y no por ello pobre - conjunto de cualidades que le permitan procesar los textos de un modo adecuado. La adecuación en este caso se corresponde con las características de iniciación, es decir, con los rasgos imprescindibles con los cuales debería contar un iniciado en la lectura de cuentos cortos.

       Es necesario señalar entre las cualidades de procesamiento textual incluiré a:

·    La cultura general;

·    al proceso interactivo del lector y,

·    La creación a partir de la lectura.

       Un iniciado en la lectura de cuentos cortos deberá contar entonces con un cúmulo de adquisiciones culturales aceptable que le permitan expandir[3] los significados iniciales del texto y deberá al menos ser creativo en el proceso de reconstrucción textual pues pareciera que la creación parece estar reservada a unos pocos.[4]

        Retomo el sentido de las consideraciones en torno a las cualidades de los lectores de cuentos breves (la cultura general, la interacción  y la creatividad) para reseñar la naturaleza de cada una de estas. 


       La cultura general y la interactividad implican procesos cognoscitivos a partir de los cuales se genera la base de conocimientos que posibilita la comunicación entre el texto y el lector,  entre las propuestas del escritor y las disposiciones del lector, digamos que su base es objetiva, sujeta a ciertos pasos predecibles. La creación (o en su defecto la creatividad) tiene un basamento subjetivo a pesar de su naturaleza cognitiva.

       La formación cultural permite al lector acceder a un sinfín de posibilidades culturales, aportándole todo un mundo de significados; la interacción por su parte le permite llevar al texto dichas adquisiciones y expandir la lectura; la creación en cambio reclama un ejercicio constante para fluir y aunque se apoya en las anteriores sus sendas son imprevisibles. Un lector desconoce lo que sus ojos encontrarán en los próximos libros que el azar le conceda. Desconoce sus futuras creaciones, estas saldrán de los cheques en blanco proporcionados por los escritores.

       Es probable que estas cualidades iniciales se harán más complejas en la medida que el lector obtenga un mayor dominio de su oficio. Tentativamente pienso que un lector de cuentos que haya superado estos cuatro estadios, hará lecturas bajo procesos más complejos, adaptados a su mayor dominio del  oficio como lector.

       Tentativamente pienso en un lector de cuentos que se encuentre en un estadio avanzado de lectura cuenta con una tendencia, casi automática, de relacionar los puntos significativos del texto tejiendo un

entramado  a partir del cual reconstruye los significados propuestos e hilvana un sentido coherente en torno al cuento corto.

       Si el oficio de un escritor es crear y sus libros son las búsquedas incesantes del paraíso perdido, los lectores son los que intentan reordenar el mundo primigenio. Por ahora proscribiré las cualidades de un escritor de cuentos breves, por considerar un absurdo que hubiese tal tipo de cualidades, sin embargo, reseño a continuación lo que expreso como las búsquedas de un escritor de cuentos. Los creadores buscan rescatar la unidad perdida, pero tal búsqueda es infructuosa, por lo cual cada propuesta textual apenas si esboza un paraíso trastocado, por esta razón el lector intentará en cada lectura recomponer ese mundo primigenio. Por supuesto que las propuestas de los escritores difieren unas de otras y apenas se tocan en similitudes conscientes o inconscientes a las que Genette ha llamado relaciones transtextuales y las cuales no mencionaré en este ensayo. A menos que se sea un Pierre Menard la obra no tendrá espejos idénticos en otras obras, sus reflejos son creados por los lectores quienes disponen de las propuestas de los escritores para imaginar los mundos alternos  que la literatura nos presenta. Los retazos de espejos restantes (que fueron las trizas que quedaron de la unidad perdida) suponen las relaciones entre las obras.

III. Tipologías.

El oficio de un escritor es crear manzanas


el del crítico, hacer  Evas.


       El lector se acerca gradualmente a los significados propuestos en los textos, de este modo, se dispone de gradaciones que van desde la simple anécdota reproductora del argumento hasta los análisis realizados por los teóricos de la literatura.

       Entre los dos extremos anteriormente nombrados se sitúan el ejercicio lúdico del lector, necesariamente los grados no tienen que ser sucesivos e inalterables, la práctica constante y consciente podría ocasionar saltos considerables. Inicialmente dispondría de una clasificación que consta de cuatro grados, a saber:

A) lectura anecdótica o reproductora del argumento.

B) lectura de identificación o correlativa.

C) lectura de desmontaje o dirigida, usada con frecuencia en nuestros cursos universitarios de literatura y 

D) lectura lúdico-creativa o lectura de iniciados.

       Por fuera quedaría la lectura realizada por los especialistas que conlleva a análisis profundos de los textos. Por supuesto que han también han quedado a un lado los matices y/o combinaciones pero los cuatro tipos de lectores mencionados anteriormente son apenas un intento de clasificación.



[1]El fondo significativo refiere paradójicamente la posibilidad insondable del texto literario, es decir, dicho fondo tiene sus limites en la multiplicidad de combinaciones simbólicas que tiene un texto polisémico. Estas posibilidades al agotarse luego de una lectura extremadamente analítica, crítica y  hermenéutica impedirían cualquier otro desmontaje o  interpretación sucesiva, se dice entonces que se ha conseguido el fondo significativo del texto. Lejos de ser una delimitación, es un compromiso. Un lector nunca terminará de conseguir  en su proceso de lectura ese fondo, de encontrarlo habrá accedido tal vez a ese mundo edénico o infernal que el escritor ha disuelto en su creación textual.
El fondo significativo debe distinguirse de la estructura profunda planteada por Chomsky pues mientras esta supone un logro inevitable a partir de rasgos pertinentes que darán cuenta de la intencionalidad del discurso, el fondo significativo no busca intenciones sino extensiones discursivas, es decir, mientras la estructura profunda persigue buscar estructuras universales válidas para las distintas lenguas, el fondo significativo intenta enriquecer las múltiples interpretaciones que un mismo discurso puede tener.
[2]Todo encuentro con el texto es azaroso porque los procesos cognitivos que dan lugar al proceso de lectura son impredecibles, bien pueden “asignarse” lecturas pero su desarrollo depende de muchas circunstancias, no asignadas, que inciden  y marcan, condicionan o alteran el proceso mismo, tales circunstancias  pueden depender desde la simple distracción hasta la muy subjetiva predisposición anímica. Juega por lo tanto, el azar del momento, un papel muy significativo. La lectura es un ejercicio lúdico por excelencia.
[3]La lectura de textos literarios es un proceso expansivo, la actividad lúdica desarrollada por el lector genera simultáneamente un sinfín de combinaciones que tejen un entramado significativo expansivo y enriquecedor. Es por ello que todo intento de “tocar fondo” es inútil, a cada intento de cierre le sucede una apertura.
[4]La cultura general puede adquirirse en el contacto continuo y constante con las manifestaciones artísticas, en este sentido, se recomienda a los jóvenes asistir a obras de teatro poesía, exposiciones de pintura o escultura, en fin a todos aquellos actos que contribuyan al enriquecimiento del espíritu. La sola asistencia no garantiza la adquisición, el iniciado deberá participar mentalmente en cada encuentro con el arte; y para ello deberá “abrir” sus sentidos pues de tal actitud dependerá el desarrollo de su sensibilidad y de su sensorialidad; dependerá la mejora de sus aptitudes o la explotación de sus potencialidades. El cine y la T.V (acercándose con criterio y selectividad) proporcionan de igual manera el suficiente material espiritual que garantice su iniciación en la literatura. Es igualmente importante ser un lector ávido en relación con los temas de historia del arte, para reforzar las adquisiciones culturales y consolidar la formación intelectual, además de comprender el desarrollo de las facetas artísticas de la humanidad. En relación con la creación y la creatividad, distingo la primera de estas concibiéndola como una cualidad casi indefinible que es innata reservada a muy pocas personas y que implica un aporte totalmente nuevo al mundo cultural; mientras que la creatividad por su parte es susceptible de ser desarrollada, mejorada y a la cual tienen acceso todas las personas, ser creativo y creador son estados distintos la creatividad consiste en buscar vías no tradicionales a los inconvenientes usando para ello un pensamiento divergente basado en la intuición. La creatividad se desarrolla con la lectura constante y atenta de textos literarios, los cuales se eligen al azar, es decir, sin que entre el lector y el texto no medie ninguna obligatoriedad. Las conversaciones sostenidas a propósito de las lecturas y la búsqueda de interpretaciones inusuales reforzarían a la creatividad. Para culminar, la interacción en el proceso de lectura consiste en disponer en el texto las adquisiciones culturales  (o las cargas  significativas) que constituyen el mundo de significados del lector y entrar en contacto con el mundo de significados propuesto por el escritor.

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