viernes, 19 de julio de 2013

HISTORIA Y FICCIÓN



ENSAYO FICTICIO DE UN LECTOR REAL O ENSAYO REAL DE UN LECTOR FICTICIO
Breve reseña en torno al comentario a la cuentística de Alfredo Armas Alfonzo

por el hombre vuelve a ponerse toda la historia
en la balanza y salen de su escondrijo los secretos
del pasado para que su sol les ilumine.
No es enteramente posible adivinar todo lo que será
aún la historia.
FRIEDRICH NIETZSCHE
I. Arbitrio primero.

...así continuaron viviendo en una realidad
escurridiza momentáneamente capturada por las palabras,
pero que había de fugarse sin remedio cuando
olvidarán los valores de la letra escrita.
GARCIA MARQUEZ

·       La historia de los hombres es la de la palabra, el verbo da perennidad a la acción y también le concede algo de sentido.
·       Lo histórico es un espejo trashumante que convierte lo sucedido, en supuestas verdades que abren caminos y destinos a los pueblos.
·       El recuerdo pareciera ser la valoración que viaja y une tiempos, a través del recuerdo toma sentido el espacio.
·       La memoria de un pueblo está en su capacidad de recordar, esto es, iluminar con la reminiscencia, hombres, tiempos y espacios, relacionándolos e interpretándolos.
·       El hombre es un hacedor de recuerdos, vive para hacer luces que luego son rescatadas por la posteridad.
·       La verdad no está en lo que dicen las palabras, sino en lo que sin decirlo dicen, no desnudos sino a través de los ojos del escritor es que son luz y vida  los recuerdos.
·       Lo ficticio no es un invento del hombre, es una vida alterna que hace para escapar de su fugacidad, engañando a sus dioses y huyéndole a su sombra, es decir, a su muerte.
·       La casa de la mentira fue la casa de la historia, yo lo viví, yo lo vi, yo lo supe, yo lo desentrañé  no han sido más que artificios para imponer los dogmas de un olvido que no está en los hombres, sino que entra a ellos a través de sus sentidos, falsos testigos de la vida misma, falsificadores de palabras.
·       La casa de la verdad está en los restos de la casa de la historia, constituye un mundo cenizado de recuerdos rescatados y convertidos, revividos y resaltados en lo verídico del caos. Fragmentos que revelan la desintegración del hombre moderno, pero que son una muestra de la unidad disuelta en la pérdida genealógica de la univocidad humana.
·       Historia, historicidad, historiografía, histórico, historicista, historicismo, historiado, histeria de términos para presumir que se ha entendido qué es el vivir.
·       Ficción, ficticio, ficcionalizado, ficcionalizar, ficcionario para evadir que algún día tenemos que morir.

II. Intermedio
            El tiempo pareciera ser el soporte que le permite al hombre, mejor dicho a la cultura, iniciar recorridos por los caminos de la reflexión.
            La temporalidad acentúa los cambios vertiginosos de lo corpóreo y lo invita a hacerse constantemente preguntas sobre su entorno y sobre si mismo.
            Tales inquisiciones se resuelven con palabras, con palabras apostadas a las puertas de los ejes temporales, cargadas de signos que nombran y que se nombran, y al mentarse a sí mismas hacen un híbrido hecho de referentes e imaginarios; que al mencionar y referir deshacen un mundo y erigen un caos hecho de verbo y facto conjugado en la escritura.
            Atreverse a reflejarlos es ejercicio cotidiano del escritor, quien exorciza sus temores a partir de la conjugación híbrida y del fragmento que contiene al universo.


III. Arbitrio segundo
Evidencias.

·       A propósito del texto1.
            Pensar que un texto es histórico[2] porque aluda a hechos históricos tiene sus implicaciones. Un texto no se construye exclusivamente con referencialidades de un proceso vital traducido en lenguaje y correspondiente a una dualidad temporal y espacial determinada. Tales elementos contribuirían, en todo caso, a lo que podría llamarse los soportes textuales de una obra escrita.
            Tampoco un texto es ficción[3] porque contenga elementos relacionados con mundos alternos que sólo han existido en las construcciones lingüísticas que lo sostienen y que gracias a las interrelaciones entre el narrador y el lector pueda adquirir significados. Estas interrelaciones se fundamentan en soportes contextuales más complejos.
            Tocar los dos extremos para aludir a la relación compleja de dos ámbitos interdependientes[4] sugiere, de antemano, la imposibilidad de delimitar con exactitud hasta qué punto un texto es historia o es ficción. Por lo tanto,  resulta adecuado fijar posición al respecto.
            Un texto es histórico no porque narre hechos que sucedieron sino porque expresa, en su superficialidad o en su profundidad estructural elementos vitales, espaciales, temporales y de cosmovisión de una cultura a través de los cuales queda inscrito en un proceso lingüístico.
            Tal propuesta incluiría como texto histórico a casi todas las creaciones  de escritura, no obstante, habría que pensar entonces en los textos de ficción[5] Qué los caracteriza y diferencia de los anteriores. Para establecer algunas puntualizaciones al  respecto es necesario recurrir a otra evidencia.
·       A propósito del lector.
            Los lectores no podrían, de antemano, dividirse en lectores de historia y lectores de ficción. Aunque la lectura es un ejercicio de elección el texto es para el lector inelegible para ubicarlo en una instancia histórica o ficcional. Los elementos que confluyen en la actividad lectora  apunta hacia el juego de significado y hacia la posibilidad significativa de estos, la lectura es una actividad   expansiva según esta última propuesta, porque ante cada frase se abren múltiples posibilidades de interpretación, aun en textos denotativos; el ludismo por su parte implica un constante intercambio semántico que contribuye al enriquecimiento del mensaje y le otorga una multidimensionalidad significativa. Aunque el lector supone que ha elegido un texto histórico, termina perdiéndose en los laberintos de las palabras, aunque haya pretendido escoger un texto de ficción las palabras empiezan a darle muchísimos rastros para encontrar el camino perdido y le aporta modos de ver y sentir el mundo.
            Los textos no están superpuestos, están compenetrados y se deben entre sí interdependencia. Fuera de la historia y de la ficción no hay salvación. La historia y la ficción son esencia vital expresada en lenguaje. 
            Los lectores están superpuestos, la historia y la ficción lo salvan de la fugacidad. El lector con su oficio transita por la perennidad a través de las palabras que al ser revividas con cada lectura al mismo tiempo lo llenan de vida. El mundo ficticio del texto se cruza con el mundo real del lector en este intercambio de vitalidades.

IV.  El falso cuaderno del arbitrista
Historia y ficcion. Astro verbal de dos caras.

Elegí la ficción porque creo que en un escritor lo importante es su poder imaginativo. La fuerza de la
imaginación es tan poderosa que puede acondicionar hechos reales.
JUAN RULFO

            Vida, ficción e historia constituyen un triángulo de luces y velos entrecruzados.
            Tres caminos traspasan el triángulo formando una estrella de seis puntas expresadas en el texto: la imaginación, la realidad y la verdad.
            El oficio de un escritor es dual, develar y velar. Cuando hay evidencias indetermina, cuando hay laberintos arroja luz sobre sus paredes pero no muestra la salida.
            La estrella textual pareciera tener dos caras, la de la subjetividad y la de la objetividad,  esta última intenta predominar en los escritos que pretenden representar, ser fieles a la figuración, la subjetividad por su parte intenta confundir y busca la reflexividad, la respuesta que la salve.
            Hay quienes creen que la historia pertenece a una de las caras de la estrella, a la de la objetividad y le confieren a la ficción el envés. Historia y ficción son reverso y anverso de un mismo ámbito, el del lenguaje. Allí son indisolubles objeto y sujeto. El lector es objeto y sujeto de su propia creación, la lectura. El texto es ante todo sujeto que espera ser convertido.
            El lector confronta y traduce ámbitos, dilucida e identifica. Piensa que la función de significancia o de representancia puede  salvar abismos entre la función poética y la referencial, entre la intencionalidad discursiva y la competencia semántica.
            Antes del advenimiento de la modernidad se concebía a la historia como una propuesta expresiva para referir y la literatura una postura estética que se refería. En la modernidad, historia y ficción son campos indistintos del arte, campos minados donde el lector al denotar detona multiplicidad de trampas semánticas que apuntan hacia un contexto, traduciéndose en polisemia que traduce y distorsiona a la vez.
            La escritura se hace de un tiempo y un espacio que no está en ella sino en el lector, el terreno del escritor es la palabra rescatada, el del lector la palabra renovada, cada lectura es una renovación de la metáfora. El tiempo y el espacio de la escritura es virtual, no se corresponden con el tiempo y el espacio físico de dimensiones y/o medidas, es una temporalidad y espacialidad alterna, dimensiones otras que toman sentido con la lectura [6] .
·       Inquisiciones sobre ficción e historia.
            ¿La literatura refleja a la historia, la literatura no representa a lo real?
            La realidad se sabe cercada por el lenguaje y lo engaña, la historia esta más allá de la realidad y sabiéndose infinita busca sus límites en las palabras. Si la literatura representara a lo real uno de los dos habría dejado de existir, si no lo representara ninguno existiría[7].
            ¿Y qué es la ficción?
            Es un espejo, es un espejo donde lo corpóreo se trueca en aire, lo etéreo en piedra, lo finito en eterno. Es un espejo que transforma y transgrede.
            Entonces, lo poético... 
            ¿qué es lo poético?
            Es un diálogo entre lo real y lo ficticio, lo histórico y lo verdadero[8] .
            ¿y la poesía?
            La poesía es un diálogo inconcluso con la vida y la vida le debe su aire a las palabras de donde viene desde el inicio de los tiempos.
            Pero y ¿qué es Literatura?
            Decir literatura es decir viaje, viajar es leer el mundo, leer es viajar a través de las palabras, escribir es hacer y deshacer mundos viajeros. La literatura presenta espejos de palabras, no es realidad ni pretende serlo, es apenas un espejo donde fija sus rostros la historia y la ficción, es decir, la semblanza del espíritu.
            ¿Pero todo esto bien podría ser verdad o no, cómo convencernos que lo que se ha dicho es verdad?’
                La legislación del lenguaje entrega las primeras leyes de la verdad (...) El mentiroso requiere de las designaciones válidas de las palabras para hacer aparecer como real  a lo irreal.
                ¿Qué es verdad? Un ejercito inmóvil de metáforas, metonimias, antropomorfismo, en breve una suma de relaciones humanas que fueron poética y retóricamente intensificadas, traducidas y adornadas y que, luego de un largo uso, a un pueblo le parecen sólidas, canónicas y obligantes: las verdades son convenciones de las que uno se ha olvidado que son tales, metáforas que se han desgastado y se han vuelto sensorialmente débiles, monedas que han perdido su sello y que ahora ya no son tomadas en consideración como monedas, sino sólo como metal.” NIETZSCHE[9]

V. Conjeturas en torno a tres cuentos
·       A propósito de los textos.
            Para el comentario sobre las relaciones entre ficción e historia escogí tres textos del escritor venezolano Alfredo Armas Alfonzo, tal escogencia es apenas una muestra de las propuestas textuales del referido narrador, son cuentos breves pertenecientes a  El  osario de Dios (1969) libro que combina la rememoración poético expansiva con la reducción extrema de la frase. Puede decirse que el tono de El osario está impregnado por un ascetismo expresivo. Fueron escogidos De El osario de Dios los textos  19,  26, 61. ¿Que si  en ellos pesa la ficción más que la historia o viceversa? Comentemos:

·       Un cuestionamiento literario de la historia. Relaciones intertextuales e interhistóricas
            El cuento 19 comienza con la descripción de un libraco incompleto de vida, dos elementos confluyen para acentuar el sentido vivo de la letra escrita: la riqueza (que aquí no alude a lo material) y la vida. El libraco proporciona las dos cosas a quien se lo lee. Un libro sin nombre, ni dirección que lo organice, huérfano de aquello que algunos llaman ahora  autoría y Copyright.
            El segundo párrafo narra un incidente: están asaltando un correo, alguien (El Púita) que pesca cerca oye el alboroto y se dispone a ayudar al asaltado, los asaltantes lo agreden, quebrándole medio esqueleto. Confrontación de fuerzas, el mal contra el bien pugnan y gana el malhechor contra el remendador de entuertos.
            Asistido por el maestro (José Ramón Camejo) Púita le regala el libro que es reconocido como el Quijote. Cruce de historias asaltan al lector, la “verdadera” del cuento que ya es una ficción, la ficción del libro que no ha dejado de ser ficción y sus relaciones. El capítulo XVI en franco auxilio transtextual refiere lo sucedido al caballero de la triste figura en la venta y lo que sucedió en la noche de la confusión de los amantes. De inmediato surge el cuestionamiento intratextual, si el Quijote fue hipotexto y  también pretexto para el relato, se niega a través de un segundo enfrentamiento entre lo sucedido y lo narrado en el libro, al fijar la espacialidad (Clarines) ocurre un distanciamiento de la novela cervantista. Al final la fiebre quema a Púita y no los ardores de la demencia.
            Otro cuestionamiento implícito es referido a través del estado del libro, el deterioro signa los avatares sufridos, el dueño aunque  lo conserva, sabe que adentro tiene cosas distintas y extrañas a las que se ven en la realidad y hasta cree, en su estado primitivo que estas cosas si pasaron alguna vez, por eso el intercambio y el cruce entre su realidad y la del libro, por eso no quiere regalarlo, debe regalarlo por los favores de asistencia.

·       Un cuestionamiento historico de la literatura. Transgresiones del discurso literario por inserción de discursos históricos.
            Pareciera que el cuento 26 es una transcripción, una copia de un documento que habla de la venta de una negra y allí termina el asunto. Sin embargo, la inclusión documental-histórica se convierte en testimonio ficticio-documental, un recurso de reflexividad predomina en la escogencia, descontextualizado o recontextualizado lo denotativo se trueca en discurso literario polisémico que reclama multiplicidad de interpretaciones por parte de los lectores. Estos últimos aún reconociéndolo como documento le confieren otra instancia interpretativa, el narrador recurre al ardid del engaño para confundir y desorientar a los lectores, pasa de ser un escritor digno de confianza a un escritor que introduce la sospecha, el quiebre a partir de la incorporación irónica de textos no literarios. El desconcierto de leer una oración religiosa calcada y/o de leer un tango de Gardel conforman otras rupturas formales practicadas por el narrador. Propuestas que promueven la ruptura del relato convencional e instauran el cuestionamiento de los géneros a la vez que aúpa un diálogo entre ellos, la historia y la ficción son, en este sentido, trastocadas en la obra de Armas Alfonzo, de dos maneras una a través de la incorporación de elementos extraliterarios, la otra a partir del uso de la oralidad como reformulación discursiva del cuento corto.

·       Cuestionamientos de los nombres y de los hombres. Revalorización de la historia cotidiana y condenación de la gran historia

            El cuento 61 por su parte además de la ayuda intertextual que es un recurso para introducir veladamente una situación humorística, la censura materna que prohibe al hijo la lectura de Vargas Vila aparte de ser un recurso de rememoración de un personaje (Palelo) que hilvana el relato, sugiere una doble lectura. Prohibir al adolescente la lectura de lo que supuestamente puede contener zonas peligrosas, se traduce desde la mirada de adulto que recuerda en un hecho risible que se acentúa cuando en medio de la crasa ignorancia de Palelo confunde a nombres de hombres famosos con los nombres de perro. De nombres está hecha la historia y cualquier inversión de estos supone dos andanzas, en una lo alto se trueca en rastrero y adquiere el ribete de grotesco; en la otra lo sublime al usarse sin sentido se convierte en parodia.
            El tiempo se cruza desde el relato adolescente hasta la mirada adulta y a través de Palelo la anécdota se convierte, con ayuda de la literatura que ilumina y la historia que da entendimiento en relato, en cuento que rescata y rememora, donde el personaje central no es un héroe con nombre extraño sino un hombre que confunde a los  “hombres de la historia” con los perros y que a la vez sirve de vehículo para degradar  irónicamente a un  poeta romanticón y le confieren poderes de espantacaballos a Anacreonte invirtiendo su oficio lírico por oficio de perro.

·       Comentarios finales. Alfredo Armas Alfonzo Un Artífice del cuento Breve moderno venezolano.

            En los cuentos de Alfredo Armas Alfonzo el narrador introduce cuestionamientos de tiempo, espacio y personajes y aun de situaciones.
            El tiempo no tiene fijación en una coordenada de hechos sucesivos, al presente llegan escenas del pasado y estas a través de la memoria que abunda en nostalgia y rememoración se nutre de los dramas universales del hombre, los cuales incorporan a la historia conocida llena de fechas y nombres memorables,  la historia cotidiana.
            El espacio aunque identificable en el Oriente venezolano pertenece a cualquier lugar del mundo por las situaciones que suceden, el nombre es un accidente a partir del cual se llena de historia un paisaje que no existe ya sino en la alteridad, en la ficción que rescata, es un gran teatro con personajes que se cruzan de una obra a otra, de una escena a otra en franco ejercicio  transtextual.
            Los personajes son rescatados, miembros de una comunidad que los ha olvidado la literatura les abre la puerta de la historia para dejarlos entrar, sus intercambios con la realidad tienen algo de verdad y algo de mentira que los sostienen, la oralidad ha prestado su voz a la literatura para sacarlos del anonimato e introducirlos en un proceso literario, donde será su huella imborrable[10].
            La anécdota pueblerina, el cuento de camino y la situación que alteró la cotidianidad son tratados como elementos esenciales  a partir de los cuales se fijan los soportes de la ficción y la historia, aquí la situación abre espacio para la parodia, allá para lo grotesco, lo erótico o lo humorístico, la ironía recorre casi todos los relatos de Armas Alfonzo.


1 Para una mejor comprensión de los enunciados véase el artículo de Paul Ricoeur Mundo del texto y mundo del lector para completar las consideraciones a propósito del lector, el narrador, los pactos de lectura entre ambos, los viajes emprendidos por el lector. Particularmente es atractiva la noción de lector virtual y de lector real, la de narrador digno de confianza y la del  no digno, de la persuasión y el distanciamiento,  de la lectura inocente y la distanciada, de las alteraciones  que desorientan al lector pero que lo liberan, la lectura que promueve la interpretación y  la noción de indeterminación, de los viajes del lector y de los acercamientos sucesivos y expansivos que hace como viajero.

[2]Representancia  es la función que Paul Ricoeur (1994) le confiere a la historia intentando dar luces para el entendimiento discursivo de historia y  ficción.

[3]El peso en el caso de la ficción recae, según Ricoeur en la significancia

[4]Francoise Perus  (1994) aludiendo a los límites entre La literatura y la historia se inclina por la noción de interdisciplinariedad y descarta la pluri y la transdiciplinanierad. Ficción e historia sin sostener que una depende a la literatura y otra a la historia forman parte de la interdisciplinariedad aludida por Perus.
[5]En el caso de la historiografía, la ficción se encuentra al final en el producto de la manipulación y del análisis expresa Michel de Certeau, (1994) habría que agregar que en el caso de la ficción, la historiografía se encuentra en la producción de manipulaciones y de análisis tanto del lector como del narrador
[6]Mario Lancelotti hace algunas aproximaciones en torno al tiempo y sus connotaciones en el campo literario, en tal sentido sostiene:
            Whitehead postula que pasado, presente y futuro se implican y que, por lo tanto, cada segmento del tiempo nos muestra, a la vez una recapitulación y una prefiguración de la realidad. En un proceso semejante al flujo misterioso de la vida cobra una marcha circular y reversible, comparable al eterno retorno. Una idea parecida podríamos extraer de los planteos fenomenológicos de Husserl en su revisión del pensamiento de Brentano. De un modo o de otro la idea de una temporalidad discontinua, recurrente y previsible confirma las más osadas aventuras de la fantasía y certifica, a un tiempo, la validez de la intuición poética y el indisoluble lazo que une poesía y filosofía. Pacheco y Barrera (1993), disertaciones que dan soportes a estas aproximaciones y de algún modo pueden constituir un punto de discusión y reflexión  más profundo aun.

[7]Partiendo de la pareja de contrarios realidad e irrealidad (que como todos los contrarios, dialécticamente resultan ser conceptos complementarios: la existencia de uno presupone la existencia del otro y de ello deriva su sentido), propondremos un esquema de caracterizaciones sobre  realidad y fantasía (o de lo fantástico, como insiste en decir Cortázar), donde buscaremos la ubicación a la gama de posibilidades que incluye categorías que van de la realidad objetiva hasta lo trasreal.
Las dimensiones de la realidad nos llevarán a los planos de la fantasía (al fin ay al cabo de una forma de realidad) si partimos de la división  objetiva del acontecer, la realidad imaginada de la fantasía  y la realidad intuida o revelada del sueño y de la magia. Sostiene Gustavo Luis Carrera en su ensayo titulado Aproximación a supuestos teóricos para un concepto del cuento En Del cuento y sus alrededores, Pacheco y Barrera (1993)
[8]Poesía es el diálogo del hombre con su tiempo, sostenía Antonio Machado, ver en tal sentido a Andrés Fidalgo (19??) en su libro titulado Elementos de Poética
[9]Sin referencia exacta, cita extraída del material fotocopiado Acerca de la verdad y la mentira en sentido extramoral publicado en la revista Filosofía de la Universidad Simón Bolívar  traducido del alemán por José Jara
[10]Armas Alfonzo recurrió a la técnica de servirse alquímicamente de elementos de la verdad historiográfica para construir una verdad autónoma, que se convirtiera en mítica, a fuerza de ser simbólica y colectiva, lo que la hace ser más verdadera que la historia sostiene Mata Gil (1992) en su libro Reloj a contracorriente


REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

Armas Alfonzo, Alfredo. (1969) El osario de dios. Cumaná: Editorial Púa.

Mata Gil, Milagros. (1992) Reloj a contracorriente (tiempo y muerte en la obra de Alfredo Armas Alfonzo y José Balza). El Tigre: Centro de Actividades Literarias.

Nietzsche, Friedrich. (1983) La gaya ciencia. México: Editores Mexicanos Unidos.

Pacheco, Carlos y Luis Barrera Linares. (1993) Del cuento y sus alrededores. Caracas: Monte Avila.

Perus, Francoise. (1994) Historia y Literatura. México: Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora.

Ricoeur, Paul. Mundo del texto y mundo del lector. México: Instituro de Investigaciones Dr. Jose María Luis Mora.

CUENTOS DE ALFREDO ARMAS ALFONZO REFERIDOS EN ESTE ESTUDIO
19

Era un libraco sin la página del título, la dedicatoria y las aprobaciones, sin los dos primeros pliegos, el capítulo final y el índice, porque otra riqueza no le dio la vida.
Pescando buscos y corronchos en la laguna de El Caro lo atrajo el vocerío de alguien que no se estaba conforme y alcanzó a ver cuando unos malhechores desvalijaban a un correo, el tal Púita se metió y más nunca pudo usar el chusmo. Aquellos desconsiderados le quebraron medio esqueleto.
Por los favores de asistencia que le debía al maestro José Ramón Camejo, Púita creyó que le debía regalarle el libro y aquel hombre culto reconoció  a El Quijote y halló en el Capítulo XVI “De lo que le sucedió al ingenioso hidalgo en la venta que él imaginaba ser castillo” que la frase “...y, no contento con esto, se le subió encima de las costillas, y con los pies más que de trote, se le paseó todas de cabo a rabo”, no correspondía a la historia de Púita, porque no fue uno el asaltante, fueron más de tres, y no fueron solo las costillas las que le resintieron al mediador. Además estas desgracias si pasan en Clarines.
A Púita finalmente lo quemó una fiebre.
26

En la ciudad de la Nueva Barcelona en veinte días del mes de agosto de 1768, por ante mí el Escribano y testigos vecinos compareció en las casas de su morada Dña. Juana Theresa Chacín, muger legima de Dn. Manuel Calderón, quien estando presente concedió la necesaria lizencia a la susodicha su muger para otorgar este instrumento e la referida la azaptó y de ella usando dixo y otorgó que daba y dio todo su poder cumplido al enunciado su marido para que con su nombre pueda mancomunadamente vender una negrita mi esclava nombrada María de dedad de diez y ocho a veinte años, la misma hube por donación que de ella me hizo Juan Joseph Chacín mi legítimo padre como parece de la escritura de donación qe en testimonio lleva el dicho mi marido para acreditar la propiedad de la dicha esclava la que podrá vender en cualquier parte de la Provcia. de Caracas por la cantidad que ajustare y otorgar a favor del comprador la escriptura de venta y si la escritura no fuere de presente ante escrivano o Ministro que dé fe de ella renunciará las Leyes de la non numerata pecunia, prueba y paga del recibo, con las demás expresiones y renunciación que en Derecho sean necesarias para la validación de dicha venta y recibo de su producto que para ello y todo lo incidente y dependiente le dá este poder con todas sus incidencias, franca libre y general administración y al cumplimiento de lo que se operase obligó  su persona, bienes, muebles y raices havidos y por haver con poder a las justicias de su M. Para que a su cumplimiento le compelan y apremien por todo vigor de Dro. Y via ejecutiva y por sentencia pasada, con autoridad y cosa juzgada. Firman.
61

La madre es implacable en vedarle a uno la lectura de Vargas Vila y a uno no le queda sino desobedecer cuando no advierte el trajín hacendoso de la ama de casa, esto es cuando la madre se recuesta o se va al conuco a buscar cuarentadías de las que sembró en la quebradita a la pata del quisandal.
Uno devora entonces las páginas “...mas “ ¡ay! ni bajo la losa del sepulcro hallaría calma, porque, como al fraticida de la leyenda, si abriera los ojos en el fondo de la tumba, vería sobre él, fijo, centelleante, severo, el ojo formidable de la Historia.”
Palelo se ha aprendido de memoria la página 58:
“...y, en el fondo turbado de tus pensamientos, surgieron las escenas malsanas de las viejas orgías...
y, tus manos vacías, se extendieron hacia mí...
y, me atrajiste...
y, me besaste,
y, me venciste,
perdoné tus agravios;
sobre tus labios,
sobre tus senos,
bebí el veneno
cálido y triste...
que tú me diste...

y abyecto y miserable y sin Honor;
el Placer me venció que no el amor...
y, en los brazos mefíticos del Vicio, celebramos el nuevo Esponsalicio...”
Y Palelo se pone a recitar la página 58 hasta que la emoción lo hace toser.
A los catorce años uno no entiende qué hacen Cicerón, Demóstenes, Isócrates, Dantón, Robespierre, Desmoulins, Tácito, Arlequino, Pantagruel, Pericles, Anacreonte, Platón, Dante, Atila el que exhaló el postrer suspiro sobre el vientre de una cortesana, Tiberio, Virgilio, Ovidio, Santo Domingo de Guzmán, Bonaparte, Medusa, Cristo, Byron, Luzbel, Caín y Montalvo en un recuerdo de Juan Ramón Uribe, Joaquín Crespo o José Martí, como supone Palelo que son nombres de perros.
—De verdad— insiste Palelo, llenándonos la cara de saliva—, A Joaquín Crespo le espantó el caballo Ana... tal vaina. Si no no lo joden como un pendejo.
Hay que devolver las hojas una a una para redescubrir a Anacreonte.
—No es un perro, Palelo.
—Y si no es un perro ¿Que otra vaina puede ser? —se irrita Palelo. Treinta años tiene Palelo de muerto y esa distancia me niega la posibilidad de irle a explicar quién es Anacreonte que no fue un perro de alguna raza del Cauca.
 


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