ENSAYO
FICTICIO DE UN LECTOR REAL O ENSAYO REAL DE UN LECTOR FICTICIO
Breve reseña en torno al comentario a la cuentística de
Alfredo Armas Alfonzo
por el
hombre vuelve a ponerse toda la historia
en la
balanza y salen de su escondrijo los secretos
del pasado
para que su sol les ilumine.
No es
enteramente posible adivinar todo lo que será
aún la
historia.
FRIEDRICH
NIETZSCHE
I.
Arbitrio primero.
...así
continuaron viviendo en una realidad
escurridiza
momentáneamente capturada por las palabras,
pero
que había de fugarse sin remedio cuando
olvidarán
los valores de la letra escrita.
GARCIA
MARQUEZ
·
La
historia de los hombres es la de la palabra, el verbo da perennidad a la acción
y también le concede algo de sentido.
·
Lo
histórico es un espejo trashumante que convierte lo sucedido, en supuestas
verdades que abren caminos y destinos a los pueblos.
·
El
recuerdo pareciera ser la valoración que viaja y une tiempos, a través del
recuerdo toma sentido el espacio.
·
La
memoria de un pueblo está en su capacidad de recordar, esto es, iluminar con la
reminiscencia, hombres, tiempos y espacios, relacionándolos e interpretándolos.
·
El
hombre es un hacedor de recuerdos, vive para hacer luces que luego son
rescatadas por la posteridad.
·
La
verdad no está en lo que dicen las palabras, sino en lo que sin decirlo dicen,
no desnudos sino a través de los ojos del escritor es que son luz y vida los recuerdos.
·
Lo
ficticio no es un invento del hombre, es una vida alterna que hace para escapar
de su fugacidad, engañando a sus dioses y huyéndole a su sombra, es decir, a su
muerte.
·
La
casa de la mentira fue la casa de la historia, yo lo viví, yo lo vi, yo lo
supe, yo lo desentrañé no han sido más
que artificios para imponer los dogmas de un olvido que no está en los hombres,
sino que entra a ellos a través de sus sentidos, falsos testigos de la vida
misma, falsificadores de palabras.
·
La
casa de la verdad está en los restos de la casa de la historia, constituye un
mundo cenizado de recuerdos rescatados y convertidos, revividos y resaltados en
lo verídico del caos. Fragmentos que revelan la desintegración del hombre
moderno, pero que son una muestra de la unidad disuelta en la pérdida
genealógica de la univocidad humana.
·
Historia,
historicidad, historiografía, histórico, historicista, historicismo,
historiado, histeria de términos para presumir que se ha entendido qué es el
vivir.
·
Ficción,
ficticio, ficcionalizado, ficcionalizar, ficcionario para evadir que algún día
tenemos que morir.
II. Intermedio
El tiempo
pareciera ser el soporte que le permite al hombre, mejor dicho a la cultura,
iniciar recorridos por los caminos de la reflexión.
La
temporalidad acentúa los cambios vertiginosos de lo corpóreo y lo invita a
hacerse constantemente preguntas sobre su entorno y sobre si mismo.
Tales inquisiciones
se resuelven con palabras, con palabras apostadas a las puertas de los ejes
temporales, cargadas de signos que nombran y que se nombran, y al mentarse a sí
mismas hacen un híbrido hecho de referentes e imaginarios; que al mencionar y
referir deshacen un mundo y erigen un caos hecho de verbo y facto conjugado en
la escritura.
Atreverse a
reflejarlos es ejercicio cotidiano del escritor, quien exorciza sus temores a
partir de la conjugación híbrida y del fragmento que contiene al universo.
III. Arbitrio segundo
Evidencias.
·
A
propósito del texto1.
Pensar que
un texto es histórico[2]
porque aluda a hechos históricos tiene sus implicaciones. Un texto no se
construye exclusivamente con referencialidades de un proceso vital traducido en
lenguaje y correspondiente a una dualidad temporal y espacial determinada.
Tales elementos contribuirían, en todo caso, a lo que podría llamarse los
soportes textuales de una obra escrita.
Tampoco un
texto es ficción[3]
porque contenga elementos relacionados con mundos alternos que sólo han
existido en las construcciones lingüísticas que lo sostienen y que gracias a
las interrelaciones entre el narrador y el lector pueda adquirir significados.
Estas interrelaciones se fundamentan en soportes contextuales más complejos.
Tocar los
dos extremos para aludir a la relación compleja de dos ámbitos
interdependientes[4]
sugiere, de antemano, la imposibilidad de delimitar con exactitud hasta qué
punto un texto es historia o es ficción. Por lo tanto, resulta adecuado fijar posición al respecto.
Un texto es
histórico no porque narre hechos que sucedieron sino porque expresa, en su
superficialidad o en su profundidad estructural elementos vitales, espaciales,
temporales y de cosmovisión de una cultura a través de los cuales queda inscrito
en un proceso lingüístico.
Tal
propuesta incluiría como texto histórico a casi todas las creaciones de escritura, no obstante, habría que pensar
entonces en los textos de ficción[5]
Qué los caracteriza y diferencia de los anteriores. Para establecer algunas
puntualizaciones al respecto es
necesario recurrir a otra evidencia.
·
A
propósito del lector.
Los
lectores no podrían, de antemano, dividirse en lectores de historia y lectores
de ficción. Aunque la lectura es un ejercicio de elección el texto es para el
lector inelegible para ubicarlo en una instancia histórica o ficcional. Los
elementos que confluyen en la actividad lectora
apunta hacia el juego de significado y hacia la posibilidad
significativa de estos, la lectura es una actividad expansiva según esta última propuesta,
porque ante cada frase se abren múltiples posibilidades de interpretación, aun
en textos denotativos; el ludismo por su parte implica un constante intercambio
semántico que contribuye al enriquecimiento del mensaje y le otorga una
multidimensionalidad significativa. Aunque el lector supone que ha elegido un
texto histórico, termina perdiéndose en los laberintos de las palabras, aunque
haya pretendido escoger un texto de ficción las palabras empiezan a darle
muchísimos rastros para encontrar el camino perdido y le aporta modos de ver y
sentir el mundo.
Los textos
no están superpuestos, están compenetrados y se deben entre sí
interdependencia. Fuera de la historia y de la ficción no hay salvación. La
historia y la ficción son esencia vital expresada en lenguaje.
Los
lectores están superpuestos, la historia y la ficción lo salvan de la
fugacidad. El lector con su oficio transita por la perennidad a través de las
palabras que al ser revividas con cada lectura al mismo tiempo lo llenan de
vida. El mundo ficticio del texto se cruza con el mundo real del lector en este
intercambio de vitalidades.
IV. El falso cuaderno
del arbitrista
Historia y ficcion. Astro verbal de dos caras.
Elegí
la ficción porque creo que en un escritor lo importante es su poder
imaginativo. La fuerza de la
imaginación
es tan poderosa que puede acondicionar hechos reales.
JUAN
RULFO
Vida,
ficción e historia constituyen un triángulo de luces y velos entrecruzados.
Tres
caminos traspasan el triángulo formando una estrella de seis puntas expresadas
en el texto: la imaginación, la realidad y la verdad.
El oficio
de un escritor es dual, develar y velar. Cuando hay evidencias indetermina,
cuando hay laberintos arroja luz sobre sus paredes pero no muestra la salida.
La estrella
textual pareciera tener dos caras, la de la subjetividad y la de la
objetividad, esta última intenta
predominar en los escritos que pretenden representar, ser fieles a la
figuración, la subjetividad por su parte intenta confundir y busca la reflexividad,
la respuesta que la salve.
Hay quienes
creen que la historia pertenece a una de las caras de la estrella, a la de la
objetividad y le confieren a la ficción el envés. Historia y ficción son
reverso y anverso de un mismo ámbito, el del lenguaje. Allí son indisolubles
objeto y sujeto. El lector es objeto y sujeto de su propia creación, la
lectura. El texto es ante todo sujeto que espera ser convertido.
El lector
confronta y traduce ámbitos, dilucida e identifica. Piensa que la función de
significancia o de representancia puede
salvar abismos entre la función poética y la referencial, entre la
intencionalidad discursiva y la competencia semántica.
Antes del
advenimiento de la modernidad se concebía a la historia como una propuesta
expresiva para referir y la literatura una postura estética que se refería. En
la modernidad, historia y ficción son campos indistintos del arte, campos
minados donde el lector al denotar detona multiplicidad de trampas semánticas
que apuntan hacia un contexto, traduciéndose en polisemia que traduce y
distorsiona a la vez.
La
escritura se hace de un tiempo y un espacio que no está en ella sino en el
lector, el terreno del escritor es la palabra rescatada, el del lector la
palabra renovada, cada lectura es una renovación de la metáfora. El tiempo y el
espacio de la escritura es virtual, no se corresponden con el tiempo y el
espacio físico de dimensiones y/o medidas, es una temporalidad y espacialidad
alterna, dimensiones otras que toman sentido con la lectura [6]
.
·
Inquisiciones
sobre ficción e historia.
¿La
literatura refleja a la historia, la literatura no representa a lo real?
La realidad
se sabe cercada por el lenguaje y lo engaña, la historia esta más allá de la
realidad y sabiéndose infinita busca sus límites en las palabras. Si la
literatura representara a lo real uno de los dos habría dejado de existir, si
no lo representara ninguno existiría[7].
¿Y qué es
la ficción?
Es un
espejo, es un espejo donde lo corpóreo se trueca en aire, lo etéreo en piedra,
lo finito en eterno. Es un espejo que transforma y transgrede.
Entonces,
lo poético...
¿qué es lo
poético?
Es un
diálogo entre lo real y lo ficticio, lo histórico y lo verdadero[8]
.
¿y la
poesía?
La poesía
es un diálogo inconcluso con la vida y la vida le debe su aire a las palabras
de donde viene desde el inicio de los tiempos.
Pero y ¿qué
es Literatura?
Decir
literatura es decir viaje, viajar es leer el mundo, leer es viajar a través de
las palabras, escribir es hacer y deshacer mundos viajeros. La literatura
presenta espejos de palabras, no es realidad ni pretende serlo, es apenas un
espejo donde fija sus rostros la historia y la ficción, es decir, la semblanza
del espíritu.
¿Pero todo
esto bien podría ser verdad o no, cómo convencernos que lo que se ha dicho es
verdad?’
La
legislación del lenguaje entrega las primeras leyes de la verdad (...) El
mentiroso requiere de las designaciones válidas de las palabras para hacer
aparecer como real a lo irreal.
¿Qué es
verdad? Un ejercito inmóvil de metáforas, metonimias, antropomorfismo, en breve
una suma de relaciones humanas que fueron poética y retóricamente
intensificadas, traducidas y adornadas y que, luego de un largo uso, a un
pueblo le parecen sólidas, canónicas y obligantes: las verdades son convenciones
de las que uno se ha olvidado que son tales, metáforas que se han desgastado y
se han vuelto sensorialmente débiles, monedas que han perdido su sello y que
ahora ya no son tomadas en consideración como monedas, sino sólo como metal.”
NIETZSCHE[9]
V. Conjeturas en torno a tres cuentos
·
A
propósito de los textos.
Para el
comentario sobre las relaciones entre ficción e historia escogí tres textos del
escritor venezolano Alfredo Armas Alfonzo, tal escogencia es apenas una muestra
de las propuestas textuales del referido narrador, son cuentos breves
pertenecientes a El osario de Dios (1969)
libro que combina la rememoración poético expansiva con la reducción extrema de
la frase. Puede decirse que el tono de El
osario está impregnado por un ascetismo expresivo. Fueron escogidos De El osario de Dios los textos 19,
26, 61. ¿Que si en ellos pesa la
ficción más que la historia o viceversa? Comentemos:
·
Un
cuestionamiento literario de la historia. Relaciones intertextuales e
interhistóricas
El cuento 19 comienza con la descripción de un
libraco incompleto de vida, dos elementos confluyen para acentuar el sentido
vivo de la letra escrita: la riqueza (que aquí no alude a lo material) y la
vida. El libraco proporciona las dos cosas a quien se lo lee. Un libro sin nombre,
ni dirección que lo organice, huérfano de aquello que algunos llaman ahora autoría y Copyright.
El segundo
párrafo narra un incidente: están asaltando un correo, alguien (El Púita) que
pesca cerca oye el alboroto y se dispone a ayudar al asaltado, los asaltantes
lo agreden, quebrándole medio esqueleto. Confrontación de fuerzas, el mal
contra el bien pugnan y gana el malhechor contra el remendador de entuertos.
Asistido
por el maestro (José Ramón Camejo) Púita le regala el libro que es reconocido
como el Quijote. Cruce de historias asaltan al lector, la “verdadera” del
cuento que ya es una ficción, la ficción del libro que no ha dejado de ser
ficción y sus relaciones. El capítulo XVI en franco auxilio transtextual
refiere lo sucedido al caballero de la triste figura en la venta y lo que
sucedió en la noche de la confusión de los amantes. De inmediato surge el
cuestionamiento intratextual, si el Quijote fue hipotexto y también pretexto para el relato, se niega a través
de un segundo enfrentamiento entre lo sucedido y lo narrado en el libro, al
fijar la espacialidad (Clarines) ocurre un distanciamiento de la novela
cervantista. Al final la fiebre quema a Púita y no los ardores de la demencia.
Otro
cuestionamiento implícito es referido a través del estado del libro, el
deterioro signa los avatares sufridos, el dueño aunque lo conserva, sabe que adentro tiene cosas
distintas y extrañas a las que se ven en la realidad y hasta cree, en su estado
primitivo que estas cosas si pasaron alguna vez, por eso el intercambio y el
cruce entre su realidad y la del libro, por eso no quiere regalarlo, debe
regalarlo por los favores de asistencia.
·
Un
cuestionamiento historico de la literatura. Transgresiones del discurso
literario por inserción de discursos históricos.
Pareciera
que el cuento 26 es una
transcripción, una copia de un documento que habla de la venta de una negra y
allí termina el asunto. Sin embargo, la inclusión documental-histórica se
convierte en testimonio ficticio-documental, un recurso de reflexividad
predomina en la escogencia, descontextualizado o recontextualizado lo
denotativo se trueca en discurso literario polisémico que reclama multiplicidad
de interpretaciones por parte de los lectores. Estos últimos aún reconociéndolo
como documento le confieren otra instancia interpretativa, el narrador recurre
al ardid del engaño para confundir y desorientar a los lectores, pasa de ser un
escritor digno de confianza a un escritor que introduce la sospecha, el quiebre
a partir de la incorporación irónica de textos no literarios. El desconcierto
de leer una oración religiosa calcada y/o de leer un tango de Gardel conforman
otras rupturas formales practicadas por el narrador. Propuestas que promueven
la ruptura del relato convencional e instauran el cuestionamiento de los
géneros a la vez que aúpa un diálogo entre ellos, la historia y la ficción son,
en este sentido, trastocadas en la obra de Armas Alfonzo, de dos maneras una a
través de la incorporación de elementos extraliterarios, la otra a partir del
uso de la oralidad como reformulación discursiva del cuento corto.
·
Cuestionamientos
de los nombres y de los hombres. Revalorización de la historia cotidiana y
condenación de la gran historia
El cuento 61 por su parte además de la ayuda
intertextual que es un recurso para introducir veladamente una situación
humorística, la censura materna que prohibe al hijo la lectura de Vargas Vila
aparte de ser un recurso de rememoración de un personaje (Palelo) que hilvana
el relato, sugiere una doble lectura. Prohibir al adolescente la lectura de lo
que supuestamente puede contener zonas peligrosas, se traduce desde la mirada
de adulto que recuerda en un hecho risible que se acentúa cuando en medio de la
crasa ignorancia de Palelo confunde a nombres de hombres famosos con los
nombres de perro. De nombres está hecha la historia y cualquier inversión de
estos supone dos andanzas, en una lo alto se trueca en rastrero y adquiere el
ribete de grotesco; en la otra lo sublime al usarse sin sentido se convierte en
parodia.
El tiempo
se cruza desde el relato adolescente hasta la mirada adulta y a través de
Palelo la anécdota se convierte, con ayuda de la literatura que ilumina y la
historia que da entendimiento en relato, en cuento que rescata y rememora,
donde el personaje central no es un héroe con nombre extraño sino un hombre que
confunde a los “hombres de la historia”
con los perros y que a la vez sirve de vehículo para degradar irónicamente a un poeta romanticón y le confieren poderes de
espantacaballos a Anacreonte invirtiendo su oficio lírico por oficio de perro.
·
Comentarios
finales. Alfredo Armas Alfonzo Un Artífice del cuento Breve moderno venezolano.
En los
cuentos de Alfredo Armas Alfonzo el narrador introduce cuestionamientos de
tiempo, espacio y personajes y aun de situaciones.
El tiempo
no tiene fijación en una coordenada de hechos sucesivos, al presente llegan
escenas del pasado y estas a través de la memoria que abunda en nostalgia y
rememoración se nutre de los dramas universales del hombre, los cuales
incorporan a la historia conocida llena de fechas y nombres memorables, la historia cotidiana.
El espacio
aunque identificable en el Oriente venezolano pertenece a cualquier lugar del
mundo por las situaciones que suceden, el nombre es un accidente a partir del cual
se llena de historia un paisaje que no existe ya sino en la alteridad, en la
ficción que rescata, es un gran teatro con personajes que se cruzan de una obra
a otra, de una escena a otra en franco ejercicio transtextual.
Los
personajes son rescatados, miembros de una comunidad que los ha olvidado la
literatura les abre la puerta de la historia para dejarlos entrar, sus
intercambios con la realidad tienen algo de verdad y algo de mentira que los
sostienen, la oralidad ha prestado su voz a la literatura para sacarlos del
anonimato e introducirlos en un proceso literario, donde será su huella
imborrable[10].
La anécdota
pueblerina, el cuento de camino y la situación que alteró la cotidianidad son
tratados como elementos esenciales a
partir de los cuales se fijan los soportes de la ficción y la historia, aquí la
situación abre espacio para la parodia, allá para lo grotesco, lo erótico o lo
humorístico, la ironía recorre casi todos los relatos de Armas Alfonzo.
1 Para una mejor
comprensión de los enunciados véase el artículo de Paul Ricoeur Mundo del texto y mundo del lector para
completar las consideraciones a propósito
del lector, el narrador, los pactos de lectura entre ambos, los viajes
emprendidos por el lector. Particularmente es atractiva la noción de lector virtual y de lector real,
la de narrador digno de confianza y la del
no digno, de la persuasión
y el distanciamiento, de la lectura
inocente y la distanciada, de las alteraciones
que desorientan al lector pero que lo liberan, la lectura que promueve
la interpretación y la noción de indeterminación, de los viajes del lector y de los
acercamientos sucesivos y expansivos que hace como viajero.
[2]Representancia es la función que Paul Ricoeur (1994) le confiere a
la historia intentando dar luces para el entendimiento discursivo de historia
y ficción.
[4]Francoise Perus (1994) aludiendo a los límites entre La literatura y la historia
se inclina por la noción
de interdisciplinariedad y descarta
la pluri y la transdiciplinanierad. Ficción e historia sin sostener que una
depende a la literatura y otra a la historia forman parte de la
interdisciplinariedad aludida por Perus.
[5]En el caso de la
historiografía, la ficción
se encuentra al final en el producto de la manipulación y del análisis expresa Michel de Certeau, (1994) habría que agregar que en el caso de la
ficción, la historiografía se encuentra en la producción de manipulaciones y de análisis tanto del lector como del
narrador
[6]Mario Lancelotti hace
algunas aproximaciones en torno al tiempo y sus connotaciones en el campo
literario, en tal sentido sostiene:
Whitehead
postula que pasado, presente y futuro se implican y que, por lo tanto, cada
segmento del tiempo nos muestra, a la vez una recapitulación y una prefiguración de la realidad. En un “proceso”
semejante al flujo misterioso de la vida cobra una marcha circular y
reversible, comparable al eterno retorno. Una idea parecida podríamos extraer de los planteos fenomenológicos de Husserl en su revisión del pensamiento de Brentano. De un
modo o de otro la idea de una temporalidad discontinua, recurrente y previsible
confirma las más
osadas aventuras de la fantasía
y certifica, a un tiempo, la validez de la intuición poética
y el indisoluble lazo que une poesía
y filosofía. Pacheco y Barrera
(1993), disertaciones que dan soportes a estas aproximaciones y de algún modo pueden constituir un punto de
discusión y reflexión
más profundo aun.
[7]Partiendo
de la pareja de contrarios realidad e
irrealidad (que como todos los
contrarios, dialécticamente
resultan ser conceptos complementarios: la existencia de uno presupone la
existencia del otro y de ello deriva su sentido), propondremos un esquema de
caracterizaciones sobre realidad y fantasía (o de lo fantástico, como insiste en decir Cortázar),
donde buscaremos la ubicación
a la gama de posibilidades que incluye categorías
que van de la realidad objetiva hasta lo trasreal.
Las dimensiones de la
realidad nos llevarán
a los planos de la fantasía
(al fin ay al cabo de una forma de realidad) si partimos de la división
objetiva del acontecer, la realidad imaginada de la fantasía
y la realidad intuida o revelada del sueño
y de la magia.
Sostiene Gustavo Luis Carrera en su ensayo titulado “Aproximación a supuestos teóricos para un concepto del cuento” En Del
cuento y sus alrededores, Pacheco y Barrera (1993)
[8]Poesía es el diálogo del hombre con su tiempo, sostenía Antonio Machado, ver en tal sentido a
Andrés Fidalgo (19??) en
su libro titulado Elementos de Poética
[9]Sin referencia
exacta, cita extraída del material
fotocopiado Acerca de la verdad y la
mentira en sentido extramoral publicado en la revista Filosofía
de
la Universidad Simón Bolívar
traducido del alemán
por José Jara
[10]“Armas Alfonzo recurrió a la técnica
de servirse alquímicamente
de elementos de la verdad historiográfica
para construir una verdad autónoma,
que se convirtiera en mítica,
a fuerza de ser simbólica
y colectiva, lo que la hace ser más
verdadera que la historia” sostiene Mata Gil
(1992) en su libro Reloj a
contracorriente
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
Armas Alfonzo, Alfredo. (1969) El osario de dios. Cumaná: Editorial Púa.
Mata Gil, Milagros. (1992) Reloj a contracorriente (tiempo y muerte en la obra de Alfredo
Armas Alfonzo y José
Balza). El Tigre: Centro de Actividades
Literarias.
Nietzsche, Friedrich. (1983) La gaya
ciencia. México:
Editores Mexicanos Unidos.
Pacheco, Carlos y Luis Barrera Linares.
(1993) Del cuento y sus alrededores.
Caracas: Monte Avila.
Perus,
Francoise. (1994) Historia y Literatura.
México: Instituto de
Investigaciones Dr. José
María Luis Mora.
Ricoeur, Paul. Mundo del texto y mundo del lector. México: Instituro de Investigaciones Dr. Jose María Luis Mora.
CUENTOS DE ALFREDO ARMAS ALFONZO REFERIDOS EN ESTE ESTUDIO
19
Era un libraco sin la página del título, la dedicatoria y las
aprobaciones, sin los dos primeros pliegos, el capítulo final y el índice,
porque otra riqueza no le dio la vida.
Pescando buscos y corronchos en la laguna de El Caro lo atrajo el
vocerío de alguien que no se estaba conforme y alcanzó a ver cuando unos
malhechores desvalijaban a un correo, el tal Púita se metió y más nunca pudo
usar el chusmo. Aquellos desconsiderados le quebraron medio esqueleto.
Por los favores de asistencia que le debía al maestro José Ramón
Camejo, Púita creyó que le debía regalarle el libro y aquel hombre culto
reconoció a El Quijote y halló en el
Capítulo XVI “De lo que le sucedió al ingenioso hidalgo en la venta que él
imaginaba ser castillo” que la frase “...y, no contento con esto, se le subió
encima de las costillas, y con los pies más que de trote, se le paseó todas de
cabo a rabo”, no correspondía a la historia de Púita, porque no fue uno el
asaltante, fueron más de tres, y no fueron solo las costillas las que le resintieron
al mediador. Además estas desgracias si pasan en Clarines.
A Púita finalmente lo quemó una fiebre.
26
En la ciudad de la Nueva Barcelona en veinte días del mes de agosto de
1768, por ante mí el Escribano y testigos vecinos compareció en las casas de su
morada Dña. Juana Theresa Chacín, muger legima de Dn. Manuel Calderón, quien
estando presente concedió la necesaria lizencia a la susodicha su muger para
otorgar este instrumento e la referida la azaptó y de ella usando dixo y otorgó
que daba y dio todo su poder cumplido al enunciado su marido para que con su
nombre pueda mancomunadamente vender una negrita mi esclava nombrada María de
dedad de diez y ocho a veinte años, la misma hube por donación que de ella me
hizo Juan Joseph Chacín mi legítimo padre como parece de la escritura de
donación qe en testimonio lleva el dicho mi marido para acreditar la propiedad
de la dicha esclava la que podrá vender en cualquier parte de la Provcia. de
Caracas por la cantidad que ajustare y otorgar a favor del comprador la
escriptura de venta y si la escritura no fuere de presente ante escrivano o
Ministro que dé fe de ella renunciará las Leyes de la non numerata pecunia,
prueba y paga del recibo, con las demás expresiones y renunciación que en
Derecho sean necesarias para la validación de dicha venta y recibo de su
producto que para ello y todo lo incidente y dependiente le dá este poder con
todas sus incidencias, franca libre y general administración y al cumplimiento
de lo que se operase obligó su persona,
bienes, muebles y raices havidos y por haver con poder a las justicias de su M.
Para que a su cumplimiento le compelan y apremien por todo vigor de Dro. Y via
ejecutiva y por sentencia pasada, con autoridad y cosa juzgada. Firman.
61
La madre es implacable en vedarle a uno la lectura de Vargas Vila y a
uno no le queda sino desobedecer cuando no advierte el trajín hacendoso de la
ama de casa, esto es cuando la madre se recuesta o se va al conuco a buscar
cuarentadías de las que sembró en la quebradita a la pata del quisandal.
Uno devora entonces las páginas “...mas “ ¡ay! ni bajo la losa del
sepulcro hallaría calma, porque, como al fraticida de la leyenda, si abriera
los ojos en el fondo de la tumba, vería sobre él, fijo, centelleante, severo,
el ojo formidable de la Historia.”
Palelo se ha aprendido de memoria la página 58:
“...y, en el fondo turbado de tus pensamientos, surgieron las escenas
malsanas de las viejas orgías...
y, tus manos vacías, se extendieron hacia mí...
y, me atrajiste...
y, me besaste,
y, me venciste,
perdoné tus agravios;
sobre tus labios,
sobre tus senos,
bebí el veneno
cálido y triste...
que tú me diste...
y abyecto y miserable y sin Honor;
el Placer me venció que no el amor...
y, en los brazos mefíticos del Vicio, celebramos el nuevo Esponsalicio...”
Y Palelo se pone a recitar la página 58 hasta que la emoción lo hace
toser.
A los catorce años uno no entiende qué hacen Cicerón, Demóstenes,
Isócrates, Dantón, Robespierre, Desmoulins, Tácito, Arlequino, Pantagruel,
Pericles, Anacreonte, Platón, Dante, Atila el que exhaló el postrer suspiro
sobre el vientre de una cortesana, Tiberio, Virgilio, Ovidio, Santo Domingo de
Guzmán, Bonaparte, Medusa, Cristo, Byron, Luzbel, Caín y Montalvo en un
recuerdo de Juan Ramón Uribe, Joaquín Crespo o José Martí, como supone Palelo
que son nombres de perros.
—De verdad— insiste Palelo, llenándonos la cara de saliva—, A Joaquín
Crespo le espantó el caballo Ana... tal vaina. Si no no lo joden como un
pendejo.
Hay que devolver las hojas una a una para redescubrir a Anacreonte.
—No es un perro, Palelo.
—Y si no es un perro ¿Que otra vaina puede ser? —se irrita Palelo.
Treinta años tiene Palelo de muerto y esa distancia me niega la posibilidad de
irle a explicar quién es Anacreonte que no fue un perro de alguna raza del
Cauca.
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