jueves, 27 de agosto de 2015

PASIÓN Y LITERATURA



DE LA PALABRA
Reescritura del desaliento o notas apócrifas de una inconformidad anunciada.
José Luis Barroeta Barazarte.

Una de las funciones de la literatura es
la representación de las pasiones.
Octavio Paz

LOS ESTADOS DE ÁNIMO

            La literatura difiere de los escritos explicativos y científicos en que está elaborada en torno a una comunidad de estados de ánimo, del mismo modo en que el cuerpo lo está en torno a un alma invisible; y si la literatura emplea argumentos, teorías, erudición y observación, y parece acalorarse con aseveraciones o negativas, es sólo para hacernos participar en el banquete de los estados de ánimo. Opino que estos estados son los obreros y los mensajeros del que Todo lo Rige: los dioses de la antigüedad que aún habitan en su secreto Olimpo, los ángeles de los tiempos modernos que ascienden y descienden por su brillante escala; y creo que los argumentos, la teoría, la erudición y la observación son tan sólo lo que Blake llamó “pequeños demonios que luchan por sí mismos”, ilusiones de nuestra vida pasajera visible, que debemos poner al servicio de los estados de ánimo o no tendremos cabida en la eternidad. Todo cuanto puede verse, tocarse, medirse, explicarse, comprenderse, discutirse, no es más que un medio para el artista imaginativo, porque él es parte de la vida invisible y nos transmite su revelación, siempre nueva y siempre antigua. Se habla mucho de la necesidad de limitar la razón, pero la única limitación a la que puede someterse es el misterioso instinto que le ha hecho ser artista y que le enseña a descubrir estados de ánimo inmortales en deseos mortales, una esperanza eterna en nuestras ambiciones triviales o un amor divino en la pasión sexual.”
William Butler Yeats.
Ideas sobre el bien y el mal.
Madrid: La Fontana Mayor, 1975

PREAMBULO
Dios hizo al mundo en seis días,
un hombre no puede menos que hacer
ensayo en tres días
sin pretender con ello fundar mundos.
J.L.B.
          En el campo artístico prevalece el lenguaje como expresión omnipotente del espíritu. El lenguaje es el cuerpo construido de verbo, transeúnte y eterno a la vez. El lenguaje que expresa a la obra de arte constituye el abismo y el puente: la salvación transitoria del  artista. La escritura es un refugio y un desamparo, su carácter dual dota al hombre de pasadizos inaprensibles, comprendidos en terrenos de subjetividad y razón. Por lo escrito el hombre se emparenta con la divinidad, ansiando alcanzar un estado de ubicuidad tal que transforme radicalmente el mundo de certezas que lo ha parido, por lo escrito también se traslada a una dimensión  alterna donde sólo lo pronunciado tiene poder y donde paradójicamente el poder del silencio es de igual manera omnipotente.
          La palabra, en el caso literario,  expresamente en el narrativo, construye un espacio especial que -visto desde esa óptica de prevalencia del lenguaje- sirve de soporte a dualidades interdependientes: lo físico/psíquico;  lo apolíneo/dionisíaco;  la pasión/deseo; el eros/tánatos; que se comparten espacios, se superponen a expensas del terreno arrebatado a su contrario o en un feliz término de arreglos se funden,  en todos esos casos,  el verbo transfigura y satisface los deseos del escritor y del lector por sustitución. En el caso que aquí nos ocupa, el eje central es la pasión y el deseo como caras interdependientes que sumen al artista y al lector en algunos casos complejos de relaciones.
          La obra de arte literaria se revela como una expresión estética de la pasión que produce efecto placentero tanto en el escritor como en el lector. La novela o el cuento fundan sus reinos a partir de un contacto íntimo con el lector, tal acercamiento se expresa en dos instantes; un primer momento hecho de dilucidaciones por parte del escritor, armador de edificios verbales y otro elaborado por el lector, fundador de significaciones a partir de la escritura, en ambos predomina un sentido polivalente del signo que se proyecta desde el texto hasta la psiquis del lector. En los dos momentos es imprescindibles que exista una atmosfera de reflexión, objeto de arte y sujeto artístico (llámense escritores o lectores) aun cuando confíen sus labores u oficios a dualidades interdependientes no por ello evaden la reflexividad que supone acceder y relacionarse en ámbitos artísticos de reflexión. En todo caso, así pretendo demostrarlo en este ensayo (tómese en sentido clásico o moderno el término y supóngase inacabada la reflexión) apasionada o deseada, la obra de arte se resuelve a partir de dicotomías y ellas justifican per se todo intento de comentario.

I. APUNTES DISPERSOS SOBRE LA PASION.
Está en el escritor
no prometer más
de lo que  da,
en el lector
en concederle
a la imaginación  lo que el texto
no le ha dado.
Comunión de creaciones.
J.L.B.
BUSQUEDAS.
          El  hombre anhela constantemente y al hacerlo desea, insiste siempre y en ocasiones logra  conseguir lo deseado.
          La búsqueda humana permanente ocasiona pasiones que, así entendidas, se caracterizan por dos aspectos: uno de entrega y simultáneamente otro de no consecución de lo que se persigue. Paradojas parciales de un mundo incompleto hecho y sostenido por el lenguaje.
          Insatisfecho, el artista busca y en su intento de creación a veces surgen sentimientos intensos: pasiones. Las búsquedas colmadas  de escritor produce -en algunos casos- la plenitud, una vez alcanzado el anhelo que produjo la inquietud o insatisfacción interior, cesan las pasión para dar paso de inmediato a nuevos desajustes que provocarán otra obra, otro intento de resolución del conflicto interior que libra el escritor (en este caso) dentro de sí y el cual aspira resolverse en metáforas que sustituyan los desacomodos internos.
DESEOS.
Lo bueno, si breve,
dos veces bueno.
BALTAZAR GRACIAN

          Se desea lo inalcanzable, lo oculto, se desea lo que excita.
          Lo ordinario no es objeto de deseo sino de úsese y deséchese.
          Deseo: ánfora sin fondo.
          Desear es un verbo transitivo; el deseo, un tránsito verbal.
          Deseo moderno y de Zeus antiguo se funden en la escritura divina y profana del que escribe.
          ¿Cuando se escribe se desea ser delicioso o sedicioso?
          Deseos satisfechos: lector seducido por las rebeliones del escritor.
          Desea, de ser, dé ser.
          Desear sin amar, desertar sin luchar.
          Deseo insatisfecho: desierto semántico.
          De Aladino: Tres deseos te concedo: desear, escribir y leer.
ENTREGAS.
Siempre que entrego mi tiempo
a la escritura se transforma
en tiempo de entrega.
J.L.B.
          El escritor una vez  que desborda sus límites  con el deseo permanente e inaplazable, ve trastornada su cotidianidad  por el consumo temporal y espacial con el cual procura alcanzar la obra de arte culminada, es decir, la satisfacción que resolverá sus inquietudes de manera pasajera.
          El que escribe invierte, en entrega de oficio, todo el espacio físico y psíquico que disponga hasta el punto del  apasionamiento. Su cotidianidad es papel en blanco y mundo Si no se resuelve en su escritura, empieza a reventarse por los cuatro costados a llenarse de fisuras que en vez de alteridades produce alteraciones en el ánimo.
LA REBELION.
Vuela, sé libre
atrévete,
dijo ante el oráculo
entregándome alas de cera,
 y un sol arábigo de tinta
hizo el resto.
J.L.B.

El amor es una transgresión...
El amor es subversivo.
Octavio Paz

          Si las circunstancias que preceden al deseo son adversas, la persona recurre a enfrentamientos, librando interior o exteriormente disputas. Tales impactos provienen de las diferencias entre lo que se espera y lo que sucede, esto es, de los desniveles derivados de lo deseado y lo conseguido.
          Sucesos psíquicos que conllevan al cruce de fuerzas contrarias definen a la lucha que acontece una vez fijado el objeto de deseo.
          En algunos casos, para que un deseo genere pasión ha de ser sublime o miserable, es decir, debe situarse en los extremos. En estos casos, la pasión puede provocar rebeliones, pues situado el objeto de deseo en estos puntos radicales, divinos o satánicos, la cual se expresa en un término primario en obsesiones transgresoras que propiciarán cambios nada ordinarios.
LA INTENSIDAD.
          Brevedad e intensidad son inseparables, ambos son insostenibles. Lo breve al prolongarse deja de serlo (verdad de Perogrullo) y da paso a lo extenso. Lo intenso, por su parte, si no se disipa consume y agota o en todo caso insensibiliza.
LA PLENITUD.
          Alcanzar de manera completa un deseo, es casi imposible. Si un deseo se vuelve realidad sucede antes o después del tiempo estipulado y a veces no sucede nunca.
          Si la satisfacción del deseo se anticipa ocasiona sorpresa.
          Si se retarda o no sucede nunca, provoca satisfacción por sustitución -es este el caso de la obra de arte, el del artista que en los volúmenes de su escultura, en los colores del lienzo o en las propuestas de escrituras sustituye sus deseos por sus creaciones artística que, parcial o totalmente satisfacen al creador.
          Cuando se satisface un deseo efectiva o sustitutivamente el ánimo se transforma de tal modo que se sumerge en una calma que durará hasta que surja un deseo nuevo.
          La complejidad de la plenitud en el ser humano reside en la infinidad de objetos deseados. A un deseo colmado sucede otro. Una puerta se abre y aparece otra cerrada y distinta que espera ser abierta. Los deseos vistos así son una suerte de puertas que nos llevan a un cuarto donde lo predecible y la plenitud no están garantizados.
          Afán humano incansable el de los deseos: plenitud divina inalcanzable. Con el deseo, el adulto retorna a su niñez, a ese punto mágico donde la imaginación, lo posible y la realidad se entrecruzan en un universo lúdico de posibilidades.
PASION Y ESCRITURA.
          Una conlleva a la otra y viceversa.
          El que escribe sin pasión no es más que escriba que transcribe. El oficio de escritura a sueldo y por encargo si está consustanciado por la pasión se transforma en oficio de escribidor. El oficio de escritura como eje central de las actividades vitales hace al escritor.
          Quien escribe y convierte su actividad en oficio que todo lo alcanza se liga indefectiblemente con la pasión e íntimamente con un esfuerzo supremo por descifrar al mundo.
          El verbo toca y devela, alumbra, pero también convierte al objeto sólido en parte del mundo invisible de la palabra, dotándolo de dimensiones insospechadas.
          El reino del lenguaje hecho por el escritor apasionado hace a la obra de arte.
 PASION Y LECTURA.
          Que un lector abra un libro y conviva parcial y ajenamente con lo escrito no convierte a la acción en oficio, sin embargo, si se compenetrará al punta tal de secar su seso entre la letra, haciendo suya toda la maraña de situaciones y personajes tiene mucho de oficio y todo de pasión.
          El lector así definido, con mucho de Quijote y poco de revistero, inventa con cada lectura un mundo ficticio que se liga al real enriqueciéndolo cualitativamente.
          Detrás de la página y delante de la mirada que escruta hay un espacio signado por la pasión que une recuerdos, crea memorias y satisface -de modo pasajero- la psiquis inquieta de quien lee.
          Una dimensión de leer y descubrir, la otra de leer y profundizar, la tercera de hacerlo y ascender conforman un universo hecho de verbo que sostiene a la pasión, que ilumina y rescata a la palabra escrita.
BIBLIOGRAFIA REVISADA
Freud, Sigmund. (1948) El chiste y su relación con lo inconsciente. En: Obras   completas. Madrid: Editorial Biblioteca Nueva. p. 820-930. T. I
______________(1948) Un recuerdo infantil de Leonardo De Vinci. En: Obras      completas. Madrid: Editorial Biblioteca Nueva. p. 365-401.
______________ (1948) Psicoanálisis aplicado. “Una neurosis demoníaca en el       siglo XVII” y  “Un recuerdo infantil de Goethe en ‘Poesía y verdad” En: Obras completas. Madrid: Editorial Biblioteca Nueva. p. 1020-1036 T. II
______________ (1948) Psicoanálisis aplicado. “Un recuerdo infantil de Goethe     en ‘Poesía y verdad” En: Obras completas. Madrid:  Editorial Biblioteca       Nueva. p. 1036-1041. T. II
Paz, Octavio. (1993) La llama doble. Barcelona: Seix Barral.
Vargas Llosa, Mario (1997) La tía Julia y el escribidor. Barcelona: Seix Barral.

LA TESIS: SIETE PECADOS Y SIETE VIRTUDES

la tesis: Tejidos y enredos De los siete pecados  y las siete virtudes en torno a las tesis José Luis Barroeta Barazarte....