sábado, 11 de julio de 2015

BORGES, MUSICA Y POESÍA



MUSICA, BORGES Y POESIA
JOSE LUIS BARROETA

América.
El mundo es unas cuantas tiernas imprecisiones.
El río, el primer río. El hombre, el primer hombre.
JLB

            Un viaje profano por el continente, poblaría de notas a la memoria. Un viaje sagrado por la memoria, un recorrido hecho de palabras y hombres; de canciones y nombres. Anotaciones dispersas apenas.
            Hay un espejo en cada ciudad, un reflejo de recuerdos que cruza el aire.
América es tierra poblada de espejos, de puertas que se abren a los sueños, de mundos alternos escondidos tras una melodía.
            Cada instante de mi vida está poblado de olores y sonidos; de golpes de luz y texturas. Aquí es una esquina de pueblo que me rehace, más allá un olor de guayaba rescata del exilio a los recuerdos, sé que llevo por dentro algunos tambores y una guitarra que llenan de aliento a mi memoria.
            Un camino de canciones une el alma de América, espejos de tiempos y lugares. Un continente que se funda con palabras, que se hace con palabras y cantos, aquí se retoma el espíritu primigenio de la poesía, el sentido misterioso del verbo que crea y transfigura.
            Arriba, muy arriba hay recuerdos hechos en ritmo de Jazz, virtuosidad de sonidos, espontaneidad y genio creador.
            Hay un lugar en el mundo hecho de corridos y rancheras, un lugar que alguna vez hemos llevado por dentro, apasionado y terrible; a veces trágico, siempre violento. Un ídolo popular es la estampa que lo refleja: Infante el espejo de algún lugar y de otros tiempos.
            Entre las islas hay dos versiones sobre el universo, una se hace de tambores, de giros y sudor; la otra es voz perenne, verbo profundo. Trovadores y bailarines dos rostros de ritos y letanías, imágenes alternas de un paraíso en llamas. Silvio rebelde y Pérez Prado convulso.
            En la costa bullen los tambores. Tierra adentro es dominio de las cuerdas. El arpa y la guitarrilla tienen sus reinos y pueblan las llanuras de inquietas resonancias. La brevedad de la vida, Simón dándole la vuelta al mundo en un caballo viejo.
            Arriba, en los Andes en una de las moradas abandonadas del sol, Orfeo ha dado sus instrumentos a una raza oprimida, hechas tristeza sueltan las quenas y las flautas sus dolores. El cóndor pasa y llena de alas el horizonte, de sueños.
            Allá abajo, muy abajo se tocan los extremos, pasión y tragedia, violencia de pampa y ciudad austral, dos voces que se enlazan en milongas y tangos. Carriego y Gardel espejos confinados en la memoria.
            Apenas soy el hombre que oye, el que viaja con cada canción, que se hace sus espejos con voces ajenas.
            América une sus extremos, Infante y Gardel; Paz y Borges. Música y verbo hacen que se cierre el círculo literario hecho de acordes musicales y poesía.

El verbo.
Ciudad que se oye como un verso.
Borges.

            Entonces, aquel hombre supo que mucho antes que él alguien ya había dicho: hágase la luz. Por eso inventó un espejo, una fisura hecha de un conjuro extraño mentado verso. Pero aquel remedo era apenas una llamita triste  del verbo primigenio y con un ardid de la memoria la rodeó de cantos, hizo pájaros de madera y cuero. Después de haber visto que aquello tenía aliento de vida pero que le faltaban alas decidió darle vida al reflejo creado. En uno de ellos está la imagen del cuerpo que vibra, lo acompaña una corte de pájaros, un ángel caído que mueve caderas y manos para volar. El otro  se quedó con los cantos y comiéndose algunos pájaros de madera y cuero ahora los lleva por dentro y  juega a ser dios con eso que ahora le han llamado poesía.
            La palabra funda pueblos, el hombre es un fundador de palabras. Borges es palabra que rehace, que reinventa. El supo que ya otros habían fundado su mundo. Entonces hizo espejos para fundar el nuestro.
            He recorrido los caminos de sus palabras para saber de mi mundo. El de sus  versos que llena de alas a mis recuerdos.

Fundaciones.
Calle Grande y sufrida
eres la única música de que sabe mi vida.
Borges

            Una comentario sucinto de Fervor de Buenos Aires[1] a propósito de la música y los recuerdos diría que el poemario fue escrito con versos que cautivan imágenes de los lugares y tiempos de una ciudad. Un poema tras otro ofrece al lector instantes que sólo existen ya en la memoria. El detalle verbal engendra al universo entero, Buenos Aires respira en cada verso, se refleja, renace. El poema rehace al arrabal, se cuela entre los cementerios, hace retratos de figuras desterradas. Yo volví de las tierras antiguas del naciente/ y recobre sus casas. El verso fijado hace perenne lugares y nombres. Borges ha vuelto de Europa y redescubre el mundo de su nacimiento, un tributo para el rincón del mundo donde ha nacido establece un cruce intertextual de sus primeros libros de poesía. He conmemorado con versos la ciudad que me ciñe/ y los arrabales que se desgarran.
             Si se comentara ligeramente Luna de Enfrente[2] podría sostenerse que la presencia de la ciudad sureña persiste. Que el poeta es testigo de un espacio y lo contiene en sus versos. Habría que añadir tal vez, que  rompe el cerco citadino, que  mira  más allá y empieza a fundir a su Buenos Aires con otros espacios.
            En Cuaderno San Martín[3] el poeta ha asumido su trabajo fundacional y emprende su oficio de hacedor de lugares y nombres. El afán de fijar en la memoria nombres, hombres y lugares sostiene la labor poética del escritor. El se sabe reflejo y busca la alteridad que lo  haga corpóreo.
Acordes del espejo.
            La poesía se impregna de canto y muerte para saldar su cuentas con la memoria, el misterio de la muerte reflejado en la tragedia del hombre de la orilla, aquel que está más cerca del primer hombre.
            Son deslindes imaginarios los que tiene, extremos que se unen en el verso: la alegre canción y el último viaje. Confluyen en un mismo espacio: el arrabal.
            Al espacio físico se le unen otros dos: el lugar de la muerte y el  sitio de la música. Ellos se insertan en otro discurso, el de la memoria que rescata, que los hace perenne.
            El hombre disuelve sus miedos al tiempo conjugando en el poema  lo que lo toca desde lejos. Resucita sus temores con el canto y los resuelve  con dos imágenes de una misma figura, la vida que se refleja en la canción y la muerte. Una canción siempre es un ejercicio de memoria para el cantante, pero también es un exorcismo de la muerte. El poeta también recuerda al escribir y arroja luz sobre las calles, (Calle que dolorosamente como una herida te abres) sobre los vestigios de un pueblo que ha empezado ha vivir solamente en la memoria. Esta ciudad que yo creí mi pasado/ es mi porvenir, mi presente/  En cada verso se actualiza el aliento vital, no obstante persiste simultaneamente la duda: Las encrucijadas oscuras/ que lancean cuatro infinitas distancias/ en arrabales de silencio. Toma pocesión del lugar interno, del lugar del alma la presencia alterna del sueño: La calle abierta como un sueño.../ la oscuridá es la sangre /de las cosas heridas. Otra presencia del poeta: la noche.  La noche es una fiesta larga y sola Los duelos, los bailes, la muerte y el sueño del arrabal tienen un momento privilegiado, el de la oscuridad: en el dormitorio vacio/ la noche cerrará los espejos. Espacio alterno de la muerte y los sueños, el de la poesía de Borges. Seguro de mi vida y de mi muerte, miro los ambiciosos y quisiera entenderlos./Su noche es tregua de la ira en el hierro, pronto en acometer./Hablan de humanidad./Mi humanidad está en sentir que somos voces de una misma penuria./Hablan de patria./Mi patria es un latido de guitarra...
            El tango es el baile que antecede a la muerte, el rito de cortejo que también puede ser anterior a la cópula. El puñal es un falo por donde entra la muerte....y el destino que acecha tácito, en el cuchillo./ (El fallo de destino más para siempre,/ que dura en mí lo escuché esa noche en tu noche/ cuando la guitarra bajo la mano del orillero/ dijo lo mismo que las palabras, y ellas decían: La muerte es vida vivida,/ la vida es muerte que viene;/ la vida no es otra cosa/ que muerte que anda luciendo.)
            Tal vez después hablé de Carriego, del amor y el juego, dejemos que Borges cierre este intento de acercarse al mundo terrible del arrabal y del tango pendenciero: Barrio con lucidez de pesadilla.../te empeñas en jugar con naipes raspados la vida;/ tu alcohol mueve peleas.../Tu vida pacta con la muerte; toda felicidad, con sólo existir, te es adversa.



REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS:

[1]Borges, Jorge Luis. (1923) Fervor de Buenos Aires. En: Obras Completas. Argentina: Emecé Editores. 1974.

[2]Borges, Jorge Luis. (1925) Luna de Enfrente. En: Obras Completas. Argentina: Emecé Editores. 1974.

[3]Borges, Jorge Luis. (1929) Cuaderno San Martín.  En: Obras Completas. Argentina: Emecé Editores. 1974.

LA TESIS: SIETE PECADOS Y SIETE VIRTUDES

la tesis: Tejidos y enredos De los siete pecados  y las siete virtudes en torno a las tesis José Luis Barroeta Barazarte....